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11 de mayo de 2023

Heka: Magia en Egipto

 

HEKA: MAGIA EN EGIPTO




                        Imagen: Deidad HEKA del antiguo Egipto


HEKA significa “ lo que activa el Ka”, es el nombre de una divinidad egipcia que representa a la Fuerza vital del Sol, está relacionado con la magia, ese KA es el Cuerpo Astral de la Teosofía, el cuerpo sutil o doble sobre el que se crea el cuerpo físico. 

También podemos relacionar Heka con el poder del magnetismo, se dice que hay personas con Heka como los magos o sacerdotes-iniciados egipcios, u objetos con Heka como los amuletos, lugares con Heka como los Templos o lugares sagrados.

Heka es necesario para todas las operaciones mágicas, es el poder mágico.

Simbolismo: El Dios Heka es de la ciudad de Heliopolis, hijo de Dios Ra ( Sol Invisible), uno de sus símbolos son dos hilos enrollados como las serpientes del caduceo, otra señal del poder vital ( atracción-repulsión / kundalini )

Los Hekay o sacerdotes de Heka, eran médicos, en el antiguo Egipto la magia y la medicina están unidas, esto nos señala que para conseguir la sanación mágica es necesario un completo conocimiento esotérico sobre el cuerpo astral y sus leyes.

El proceso mágico: los siguientes elementos son importantes en la acción mágica

Sia: pensamiento, imaginación

Hou: palabra , expresión

Heka: magia, obra mágica, crear

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En la actualidad se desconoce mucho la magia egipcia, los teósofos no recomendamos la práctica de ningún sistema de magia práctica, algunos lo consideran un punto débil de la Teosofía, debido a que puede provocar cierta desprotección, pero HPB se encargó de alejar a los estudiantes de las ciencias ocultas por su seguridad, porque muchas veces se termina cayendo en la magia negra de forma inconsciente. 

Del Glosario Teosófico

Magia – La gran “Ciencia”. Según Deveria y otros orientalistas, “las naciones más antiguas, más cultas e ilustradas consideraban la Magia como una ciencia sagrada inseparable de la religión”. 

Los egipcios, por ejemplo, constituían uno de los pueblos más sinceramente religiosos, como lo eran y son aún hoy día los indos. “La Magia consiste en el culto de los dioses, y se adquiere mediante este culto”, dice Platón. 

¿Cómo, pues, una nación que, gracias al irrecusable testimonio de inscripciones y papiros, está probado que había creído firmemente en la Magia durante millares de años, podía haber sido inducida en error por espacio de tanto tiempo? ¿Es probable que generaciones tras generaciones de una jerarquía ilustrada y piadosa, muchas de las cuales llevaron una vida de propio martirio, santidad y ascetismo, pudiesen haber continuado engañándose a sí mismas y engañando al pueblo (o siquiera a este último tan sólo), por el gusto de perpetuar la creencia en los “milagros”? Dícese que los fanáticos son capaces de cualquier cosa para inculcar la creencia en su dios o en sus ídolos. Pero a esto contestaremos que en tal caso los brahmanes y los rekhget–amens o hierofantes egipcios no hubieran popularizado la creencia en el poder del hombre  mediante las prácticas mágicas, para disponer de los servicios de los dioses; dioses que en realidad no son otra cosa que las potencias ocultas de la Naturaleza, personificadas por los mismos sacerdotes instruidos, en las cuales ellos veneraban tan sólo los atributos del Principio Uno desconocido y sin nombre. 

Como expresa muy atinadamente Proclo el platónico: “Cuando los antiguos sacerdotes consideraron que existía cierta alianza y simpatía mutua entre las cosas naturales y entre las cosas manifiestas y los poderes ocultos, y descubrieron que todas las cosas subsisten en todo, fundaron de esta mutua simpatía y similitud una ciencia sagrada… y aplicaron para fines ocultos tanto la naturaleza celestial como la terrestre, gracias a las cuales y por efecto de cierta similitud, dedujeron la existencia de virtudes divinas en esta mansión inferior”. 

La Magia es la ciencia de comunicarse con Potencias supremas y supramundanas y dirigirlas, así como de ejercer imperio sobre las de las esferas inferiores; es un conocimiento práctico de los misterios ocultos de la Naturaleza, conocidos únicamente de unos pocos, por razón de ser tan difíciles de aprender sin incurrir en pecados contra la Naturaleza. Los místicos antiguos y los de la Edad media dividían la Magia en tres clases: Teurgia, Goecia y Magia natural. “Desde hace mucho tiempo, la Teurgia ha sido apropiada como la esfera particular de los teósofos y metafísicos”, dice Kenneth Mackenzie. 

La Goecia es magia negra, y la Magia natural (o blanca) se ha elevado saludable con sus alas a la encumbrada posición de un estudio exacto y progresivo”. Los comentarios añadidos por nuestro llorado y sabio hermano son dignos de atención. “Los deseos materiales, realistas de los tiempos modernos han contribuido a desacreditar la Magia y ponerla en ridículo. La fe (en uno mismo) es un elemento esencial en la Magia, y existía mucho tiempo antes que otras ideas que presumen su preexistencia. Se ha dicho que se requiere un sabio para hacer un loco, y las ideas de un hombre deben ser exaltadas casi hasta la locura, esto es, las aptitudes de su cerebro han de acrecentarse hasta un nivel mucho más alto que el bajo y miserable estado de la civilización moderna, antes de que pueda él convertirse en un verdadero mago; porque el ir en busca de esta ciencia implica cierto grado de aislamiento y abnegación. Un aislamiento muy grande, por cierto, cuya realización constituye por sí sola un fenómeno maravilloso, un milagro. 

Por otra parte, la Magia no es ninguna cosa sobrenatural. Según expone Jámblico, “ellos, por medio de la teurgia sacerdotal, declaran que pueden remontarse a Esencias más elevadas y universales y hasta aquellas que están por encima del destino, esto es, hasta Dios y el Demiurgo, sin hacer uso de la materia ni asumir otra cosa alguna, excepto la observación de un tiempo razonable”. Ya empiezan algunos a reconocer la existencia de poderes e influencias sutiles en la Naturaleza, de los cuales hasta ahora nada sabían. Pero, como hace justamente notar el doctor Carter Blake, “el siglo decimonono no es el que ha observado la génesis de los nuevos métodos de pensamiento ni la consumación de los antiguos”; a lo cual añade Mr. Bonwich que “si los antiguos sabían muy poco de nuestro modo de investigación en los secretos de la Naturaleza, nosotros sabemos menos aún del que ellos empleaban. [Magia: Sabiduría; la ciencia y arte de utilizar conscientemente poderes invisibles (espirituales) para producir efectos visibles. 

La voluntad, el amor y la imaginación son poderes mágicos que todos poseen, y aquel que sabe la manera de desarrollarlos y servirse de ellos de un modo consciente y eficaz, es un mago. El que los emplea para fines buenos, practica la magia blanca; el que los usa para fines egoístas o malos, es un mago negro. 

Paracelso emplea la palabra Magia para designar el más elevado poder del espíritu humano para gobernar todas las influencias exteriores con el objeto de hacer bien. La acción de servirse de poderes invisibles para fines reprobables, la denomina él necromancia, porque los elementarios de los muertos son frecuentemente utilizados como medio para transmitir malas influencias. 

La hechicería no es Magia; se halla con ésta en la misma relación que las tinieblas con la luz. La hechicería trata de las fuerzas del alma animal; la Magia trata del poder supremo del Espíritu. (F. Hartmann)] 

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