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9 de octubre de 2023

TEMA 1. La Doctrina de la Reencarnación. Curso de Teosofía Original.

 TEMA 1.La Doctrina de la Reencarnación.( Curso de Teosofía Original, gratuito)



LISTA DE ARTÍCULOS POR TEMAS

CURSO Y CLASES DE TEOSOFÍA

Es alentador para los estudiantes de Teosofía darse cuenta de que no hay casi nadie que no haya oído hablar sobre  la doctrina de la Reencarnación en la parte occidental del mundo. Y también es alentador saber que hay un creciente número de personas que le han dado una seria consideración a esta idea y la ven como la única explicación razonable a los acontecimientos de la vida. Sin embargo, junto con esta aceptación de la idea general, muchos conceptos erróneos y mal aplicados se han introducido. 

Son pocos los individuos que han tenido la oportunidad de formarse una comprensión clara de los postulados básicos de esta ley antigua y de largo alcance, qué aspecto de nosotros es el que reencarna, qué parte de nosotros es la que muere, cómo opera a través de toda vida esta ley de ciclos recurrentes, y cómo nos afecta en nuestra vida diaria.

De su lectura del Capitulo 8 de el Océano, usted tendrá una idea mas clara que antes sobre estas distinciones.

H. P. Blavatsky, co-fundadora del presente Movimiento Teosófico que se estableció en Nueva York en 1875, sostiene que la reencarnación es una de las claves perdidas del Cristianismo ya que fue parte de la antigua enseñanza. Una de las muchas controversias en la comunidad cristiana fue acerca del anatema pronunciado por el Concilio de Constantinopla en el año 553 d. C. contra la doctrina de la preexistencia del alma, por tanto, contra la reencarnación. Se ha dicho que este acto marcó el comienzo del declive de la cultura europea y el principio de la Era Oscura.

En el lado positivo de este panorama, H. P. Blavatsky dio tal importancia a este punto que afirmó que mediante el restablecimiento de la verdadera enseñanza que concierne a este principio, junto con su doctrina gemela, el Karma, la marea de egoísmo y miseria que prevalece hoy en el mundo sería abatida. Llamó a la ley de Reencarnación la doctrina de la esperanza, y a la ley de Karma la llamó la doctrina de la responsabilidad.


¿QUÉ PARTE DE NUESTRA NATURALEZA ES LA QUE REENCARNA?

Debido a la preeminencia del pensamiento materialista en nuestras escuelas, e incluso en nuestras iglesias en los últimos cien años, muchos de nosotros nos hemos identificado con el cuerpo. Hemos asumido fácilmente que somos nada más que estas formas físicas y que si la reencarnación es cierta, entonces es esta personalidad (persona significa máscara) la que regresará en una nueva encarnación. Y sin embargo, cuando pensamos en ello, nos damos cuenta que no podemos ser estos cuerpos. Estos son los instrumentos que “nosotros” (en su sentido real) utilizamos durante nuestras horas de vigilia. Ellos nacen y mueren y son finalmente re-ciclados a la materia terrena, para ser usados de nuevo por nosotros mismos o alguna otra entidad.

Y también debemos darnos cuenta de que no somos nuestras ideas ni tampoco los sentimientos que experimentamos en un determinado momento, ya que estos también están sujetos a cambio, un cambio que podemos “poner a un lado” y evaluar. Nosotros, la conciencia que viaja de vida en vida, de experiencia en experiencia, tenemos que ser algo más, algo superior que tiene y usa estos cuerpos, cerebros, sentimientos, etc., pero siempre “alguna otra cosa”, algo diferente de estos vehículos o instrumentos. Robert Crosbie, fundador de la Logia Unida de Teósofos afirmó:

“La Teosofía presenta un panorama más amplio mostrando...  que en el hombre hay una permanencia que es la identidad a través de toda clase de corporeidades. No ha habido cambio en nuestra identidad desde la niñez hasta el día presente. El cuerpo ha cambiado, los alrededores han cambiado; pero la identidad sigue siendo la misma y no cambiará a pesar de todos los cambios del cuerpo, mente o circunstancias. Aquello que en nosotros es inmutable es lo único real.” 

La Teosofía Universal. RC


El “Yo” verdadero o "Ego" es aquello que sobrevive a la muerte, viviendo en y a través de un sin número de cuerpos y personalidades, todos diferentes, pero todos importantes para su evolución espiritual. Es la identidad continua, la autoconciencia la que persiste y lleva de vida en vida la esencia de las experiencias ganadas. Son los logros de esas muchas vidas de experiencia los que se manifiestan como talento, genio y carácter en general. Por otro lado, es la creencia persistente de que no somos nada más que la personalidad la que nos cierra a este poder, sabiduría e inspiración. La personalidad es lo que heredamos a través de nuestro Karma. El carácter es lo que hacemos o dejamos de hacer con esas oportunidades 


¿QUÉ ES, ENTONCES, NUESTRO SER?


La Teosofía responde a muchas de nuestras perplejidades, tanto a aquellas de psicología como de religión, explicando que durante la encarnación el hombre es dual en su naturaleza, componiéndose de un Yo Superior que es inmortal y un yo inferior o personalidad que es el vehículo temporal o instrumento del anterior, pero que, como todas las formas, está sujeto a la muerte y desintegración.

El hombre es una trinidad consiste en Espíritu, Alma Espiritual y Mente (Atma, Buddhi y Manas en Sánscrito.) Esta entidad triple es el hombre real que encarna de vida en vida para el despliegue cada vez mayor de su infinito conocimiento y poder. Atma es la indefinible e impersonal fuente de todo, no un “Dios” finito y personal sino una presencia divina y universal. Es ilimitado, eterno y omnipotente – el poder sin límites de crecer, de saber y de llegar a ser, y cada uno de nosotros somos esencialmente ESO.

Buddhi, de acuerdo con William Q. Judge, es “el más alto poder de intelección, aquello que discierne y juzga”. Es lo que hemos sido capaces de expresar de la Mente Universal. Es nuestra percepción adquirida de la Divinidad, de la divina inteligencia. La Mente es un vehículo o instrumento que consiste en pensamiento, voluntad, sentimiento, memoria e imaginación y puede estar al servicio de nuestra naturaleza superior Búdica o puede ser esclava de nuestra naturaleza Kama o inferior.

El “yo” inferior o transitorio es un cuaternario (una entidad cuádruple) que consiste en el cuerpo físico, cuerpo Astral, Principio Vital y el Principio de las Pasiones y Deseos. En sánscrito a estos cuatro se les llama Rupa, Linga Sarira, Prana y Kama. El cuerpo es una envoltura material hecha de materia de este plano. El Linga Sarira o Cuerpo Astral es un cuerpo patrón eléctrico y magnético cuyos complejos campos magnéticos albergan las moléculas físicas en cambio constante en sus funciones correspondientes. Precede y sobrevive al físico, es el vehículo real que contiene los sentidos, y es de hecho el verdadero cuerpo físico. La materia Astral es materia física de naturaleza más refinada. El Prana es energía vital y según  “El Océano de la Teosofía”:

“La vida es un principio universalmente interpenetrante; es el océano dentro del cual flota la Tierra, e igualmente interpenetra nuestro globo y todos los seres y objetos que que en él se encuentran. La vida labora incesantemente sobre nosotros y a nuestro alrededor, latiendo contra y a través de nosotros eternamente. Cuando ocupamos el cuerpo, empleamos simplemente un instrumento más especializado que cualquier otro para tratar con ambos, Prāṇa y Jīva.”  (El Océano de la Teosofíapág. 40)

Jiva es vida en su aspecto universal. Prana, es el aspecto individualizado aquel que somos capaces de mantener y usar para mantenernos ‘vivos’ durante la encarnación. Kama es el principio con el que probablemente estamos más familiarizados. Es el principio de las pasiones y deseos y ha sido llamado el principio del balance porque está en medio de los siete principios. Robert Crosbie dijo que “es también el principio más usado y desarrollado por los hombres en general y conforma la base de sus acciones, y aquí de nuevo es el ‘balance’ desde el cual los caminos suben y bajan.” Sobre el tema del yo inferior W.Q. Judge explica en El Océano de la Teosofía:

“Estos cuatro constituyentes inferiores y materiales son transitorios y por su naturaleza están sujetos de por sí a desintegrarse, así como también a separarse los unos de los otros. Cuando llega la hora de comenzar su separación, la combinación de los cuatro no puede mantenerse por más tiempo, el cuerpo físico muere, los átomos que componen cada uno de los cuatro comienzan a separarse unos de otros, y la combinación completa, al ser desarticulada, ya no es capaz de servir de instrumento al hombre verdadero. Esto es lo que entre nosotros los mortales se denomina “muerte”; pero no es muerte para el hombre real, porque este es imperecedero, persistente, inmortal.

“Recapitulemos... El Hombre Real es la trinidad de Ātma-Buddhi-Manas, o Espíritu y Mente y emplea ciertos agentes e instrumentos para ponerse en contacto con la naturaleza, a fin de conocerse a sí mismo. Estos instrumentos y estos agentes se encuentran en los Cuatro constituyentes inferiores, o Cuaternario. Cada uno de los principios es en sí mismo un centro de percepción para la particular experiencia que corresponde a su propio campo de acción, siendo el cuerpo físico el más inferior, el menos importante y el más transitorio de toda la serie.”   (El Océano de la Teosofía )



                                             

¿POR QUÉ TENEMOS QUE REENCARNAR?

La reencarnación es un proceso muy beneficioso. Da al hombre el tiempo y la oportunidad de convertir en logros todas las aspiraciones no realizadas que yacen en su naturaleza interna. Proporciona nuevos comienzos con nuevos cuerpos, cerebros y circunstancias. Permite periodos de descanso y asimilación muy necesarios para el alma entre encarnaciones. Y ofrece nuevos vehículos y entornos con los que el hombre puede compensar acciones del pasado que le gustaría rectificar. Y es a través de la reencarnación como el hombre puede extender la ayuda a las muchas “vidas” conscientes que componen la Gran Naturaleza y que dependen de él para su evolución.

Para una mayor comprensión de esta interdependencia y la necesidad de la reencarnación, que es la renovación cíclica de la asociación con toda la Naturaleza, es importante aclarar en nuestras mentes el hecho de que el hombre en su más íntima naturaleza  es uno con la Deidad, la Divina Presencia que es raíz de toda vida. Esto es por lo que la Teosofía puede afirmar que “la Fraternidad Universal es un hecho de la Naturaleza”.

Ciertamente a pocos de nosotros nos gustaría quedar atrapados en el mismo cuerpo, con el mismo cerebro, percepciones y sentimientos para siempre. La Vida alrededor nuestro nos enseña que conforme progresamos construimos nuevos y mejores edificios, instrumentos, sociedades, etc., y utilizamos los antiguos para ser reciclados. Ocurre lo mismo con aquellas personalidades que usamos para tener contacto con la vida en los diversos planos de la Naturaleza. Con cada nueva vida tenemos una oportunidad de crear mejores instrumentos que nos otorguen un rango de percepción más amplio y una mayor efectividad. Y, por supuesto, esto puede dar un impulso mayor a esas “vidas” que conforman esos instrumentos. Con esta perspectiva universal podemos ver que la única forma verdaderamente práctica de vivir es hacer que todos nuestros pensamientos y actos sean tan beneficiosos y útiles como sea posible.

 

¿QUÉ CONSTITUYE EL PROGRESO A TRAVÉS DE LA REENCARNACIÓN?

El hombre es esencialmente un perceptor. En la raíz de su ser él es Espíritu o Atma, el poder ilimitado de percibir, de aprender y de crecer. Este poder es infinito, eterno y omnipotente. Es el Yo real de todo ser humano, dando el horizonte ilimitado para el conocimiento y la comprensión. También es Buddhi, la suma o destilación de toda la experiencia pasada, que le dota con una perspectiva panorámica, permitiéndole así (cuando lo escucha) discernir, juzgar, y reconocer la verdad. Buddhi es la fuente de la intuición, la inspiración y la conciencia. Y también es Manas o Mente, el instrumento que utiliza para operar en este plano, siendo la mente el plano real de la acción. Estos son los tres aspectos del Perceptor, el Ego que reencarna, y es dentro de esta trinidad donde se registra todo progreso verdadero y duradero. Y el verdadero progreso consiste en la capacidad de traducir la sabiduría de ese Ser Interior en acción en el plano físico. En su artículo "Genius" (Genio), H.P.Blavatsky afirma:

“Ningún Ego es diferente de otro Ego, en su esencia y naturaleza primordial u original. Aquello que hace a un mortal un gran hombre y a otro una persona vulgar y tonta es, como se ha dicho, la cualidad y composición de la carcasa o envoltura física, y la adecuación o inadecuación del cerebro y el cuerpo para transmitir y dar expresión a la luz de lo real, el hombre interior; y esta aptitud o inaptitud es, a su vez, el resultado del Karma.” (Artículo “Genius”  en el  panfleto de H.P.B. Spiritual Evolution;en el sitio web teosofiauniversal.com)

En las “Answers to Questions”, Robert Crosbie explica:

“El Perceptor tiene el poder de percibir y de aumentar su gama de percepciones. Su poder de percibir no se cambia en razón de cualquier percepción adquirida; siempre puede seguir aumentando su campo de percepción. A medida que aumenta el rango de sus percepciones, él se transforma en un mejor instrumento a través del cual dar y recibir impresiones. Una inteligencia cada vez mayor y una mejora de la forma constituyen la evolución.”  (La traducción no está en el sitio web teosofiauniversal.com)

Todos hemos experimentado la sensación de que sabemos más de lo que somos capaces de expresar, de que tenemos la capacidad de hacerlo mejor de lo que estamos haciendo, de que hay un potencial interior que está siempre justo debajo de la superficie. Esto no es simplemente un pensamiento ilusorio. Hay una gran verdad en este sentimiento. La enseñanza de la Teosofía es que toda la experiencia pasada y conocimiento se encuentran encerrados en el interior, sin embargo, dentro del alcance del hombre personal, y que puede ser descubierto y adquirido a través del tipo de esfuerzo correcto. El verdadero progreso consiste en recuperar el uso de ese conocimiento mediante el entrenamiento, el perfeccionamiento o afinación de los instrumentos del yo inferior para que puedan reflejar o transmitir la sabiduría del Yo Interior. Un paso en la dirección correcta es aplicarnos lo mejor que sabemos a cada tarea que intentamos realizar, no importa cuán pequeña sea. Pero hay mucho más aparte de esto.

Para crear ese instrumento – incluso en esta vida – es necesario adoptar y establecer una base universalmente cierta para nuestro pensamiento y acción. El pensamiento efectivo tiene que basarse en las ideas fundamentales que son siempre ciertas, verdaderas en todas las circunstancias y nunca contradictorias entre ellas. Si la base de nuestro pensamiento no es fiel a las leyes de la vida, todas nuestras acciones se verán marcadas con los mismos errores.

Lo que se necesita es un conocimiento de los principios universales que conduzca a una comprensión de la naturaleza completa del hombre, las leyes eternas e inmutables de la vida en las que el hombre se encuentra a sí mismo, su propósito y destino en el universo. La Ley Universal de la Reencarnación, aplicada a todo lo manifestado, es una de esas leyes fundamentales que deben formar parte de la base de nuestro pensamiento y percepciones.

 

¿POR QUÉ NO USAMOS TODA ESTA SABIDURIA INTERIOR?

 Para la mayoría, este almacén de conocimientos y poder sigue estando casi totalmente fuera de nuestro alcance por el hecho de que persistimos en la identificación con el cuerpo y el cerebro. Hemos sido educados para pensar que la existencia física es todo lo que hay en la vida, que el Alma y el Espíritu son algo sobre lo que pensamos cuando la muerte está cerca, pero no tienen aplicación práctica en la vida diaria.

No es demasiado difícil ver que la gran mayoría de nuestro pensamiento es personal, algo egoísta y que tiene que ver con cosas de naturaleza física. De ello se desprende que esta práctica a lo largo de nuestras vidas ha entrenado el cerebro para responder sólo a impresiones y mensajes de este tipo. Robert Crosbie afirma: "La barrera para cada hombre no está en la memoria, sino en las falsas ideas de la vida según las cuales actúa." Sin embargo, con un poco de determinación y la ayuda de los Grandes Maestros estas ideas inhibidoras a las que nos hemos aferrado pueden ser sustituidas por aquellas que están más en sintonía con el mundo de nuestro Ser Interior

El primer y más importante paso que debe darse, un paso sin el cual todo lo demás es imposible, es convencernos a nosotros mismos de que no somos el cuerpo, el cerebro, la  personalidad, sino que somos el Ego que se reencarna, Atma, Buddhi y Manas, la identidad continua que utiliza las diferentes personalidades para la experiencia y el aprendizaje. Debemos, con el pensamiento regular y estudiar, despertar la memoria interna de nuestra verdadera naturaleza, esa naturaleza que es fundamentalmente impersonal, desinteresada y compasiva. Una vez que entendemos que a largo plazo la vida desinteresada es la única vida práctica, nuestros pensamientos y acciones serán de esa naturaleza y nuestros cerebros se pondrán en sintonía con los dictados del Alma y estarán abiertos a la inspiración del Ser Superior.

 

¿PODEMOS RECORDAR NUESTRAS VIDAS PASADAS?

La respuesta a esta pregunta tiene que ser "sí" y "no", al mismo tiempo, si consideramos al hombre en su naturaleza dual, un Ego que se reencarna y su vehículo personal y transitorio. La pregunta debería ser reformulada de este modo: ¿Pueden la personalidad actual y el cerebro recordar las actividades y pensamientos de la personalidad que fue la sede de una encarnación anterior?, y si no es así, ¿hay otro aspecto de la memoria que se pueda hacer de puente entre ésta y otra encarnación?

Hablando de la memoria física o personal, HPB presenta un argumento muy convincente contra la posibilidad de que seamos capaces de recordar los acontecimientos de nuestra vida o vidas pasadas. Ella dice:

“Ya que estos ‘principios’ que llamamos físicos (…) son desintegrados después de la muerte, con sus elementos constitutivos, la memoria, así como su cerebro. Esa memoria desvanecida de un cuerpo que desapareció no puede recordar ni registrar cosa alguna en la encarnación posterior del Ego. La reencarnación significa que ese Ego ha de ser dotado de un nuevo cuerpo, de un nuevo cerebro y de una nueva memoria. Por tanto, sería (…) absurdo esperar que esta memoria se acordase de lo que jamás pudo registrar.” 

La Clave de la Teosofía


Por otro lado, aprendemos que el recuerdo de las experiencias de todas las vidas pasadas es retenido en la naturaleza interior del hombre, y que esos Maestros y Adeptos que han conquistado el control de sus naturalezas inferiores han llegado a un punto en su desarrollo espiritual en el cual dicha memoria es un libro abierto para ellos en cualquier momento. H.P.B. Continúa diciendo, “…El Ego Espiritual sólo puede actuar cuando el ego personal está paralizado. El ‘Yo’ Espiritual en el hombre es omnisciente, y toda sabiduría es innata en él; mientras que el Yo personal es una criatura de su entorno, y esclavo de la memoria física.” 

Lo que tiene que ser paralizado no es el instrumento personal (no podríamos aprender sin él), sino la base personal y egoísta sobre la que opera.

Los recuerdos de los acontecimientos de las vidas pasadas están ahí, sin embargo, encerrados en la naturaleza de nuestra alma. Y la esencia de estas actividades, lo que es asimilado por el Alma al morir, aparece a lo largo de la vida presente de diversas maneras, a través de nuestras intuiciones y sentimientos, por ejemplo. ¿Quién no ha tenido la experiencia de "conocer" a alguien que él o ella nunca ha conocido antes, o estar familiarizado con un lugar nunca antes visitado en esta vida? ¿Y qué es el talento, o incluso el genio, sino la precipitación en la vida actual de las lecciones o las habilidades aprendidas en el pasado? La atracción a una familia en particular en la encarnación o más tarde a un socio de negocios en particular, e incluso la propia búsqueda de la verdad y su asociación última con otros estudiantes de Teosofía, todas estas atracciones no son más que las infiltraciones de la naturaleza del alma de recuerdos de antiguos lazos establecidos en otras vidas.

Por todas partes escuchamos casos de recuerdo de vidas pasadas. Es posible que algunos de estos sean ciertos. Los Maestros indican que es posible en casos excepcionales, bajo circunstancias excepcionales, pero estos son raros y exigen una explicación más profunda. Muchos, por el contrario, pueden ser lecturas aleatorias de cualquiera de los millones de paquetes de memoria (de las vidas de otros individuos) residentes en la Luz Astral, el banco de memoria de la Tierra misma. Y algunos, por supuesto, son puro fraude en aras del enriquecimiento.

Hay, sin embargo, cientos de casos genuinos de memoria clara de una vida pasada. Estos se han comprobado y registrado en varios volúmenes por el Dr. Ian Stevenson. Muchos de ellos son de una naturaleza diferente y necesitan una explicación adicional. Estos son los casos de niños que han muerto a una edad temprana y que han regresado a la encarnación con relativa rapidez, con lo cual sus recuerdos son fáciles de comprobar. La diferencia importante es, de acuerdo con la Teosofía, que en estos casos el cuerpo astral no se desintegró, fue usado otra vez en el nuevo nacimiento, y por lo tanto conserva el recuerdo del tiempo pasado en el cuerpo anterior.


¿REENCARNAMOS JUNTO A NUESTROS SERES QUERIDOS?

La doctrina de la reencarnación nos enseña que todo se reencarna. Es una ley universal, y por lo tanto debe incluir nuestras asociaciones y nuestras relaciones. Como resultado de causas mutuamente producidas, así como situaciones sin resolver, volvemos en cada nueva vida en compañía de aquellos con los que vivimos y trabajamos en el pasado. Esto incluye a aquellos que amamos y que nos amaron, así como aquellos con los que nuestras asociaciones en el pasado dejaron mucho que desear, quedando situaciones que deben ser trabajadas y resueltas. Sería agradable tener a nuestro alrededor sólo a los seres queridos en cualquier vida, pero la justicia exige que no podemos y no debemos huir de situaciones discordantes, y la reencarnación nos brinda la oportunidad de transmutar enemistad y discordia en el pasado en armonía y cooperación en el presente. En su artículo, (“Friends or Enemies in the Future”), William Quan Judge escribe:

“Nuestros futuros amigos o enemigos, entonces, son los que están y estarán con nosotros en el presente. Si ellos son los que ahora nos parecen hostiles, cometemos un grave error y sólo retrasamos el día de la reconciliación tres vidas más si nos permitimos hoy ser deficientes en la caridad para con ellos.... Si tan sólo pudiésemos otear hacia la próxima vida, veríamos a estos para los que tenemos ahora escasa caridad, cruzando la llanura de esa vida con nosotros y siempre en nuestro camino, ocultándonos la luz. Pero cambiemos nuestra actitud actual y esa nueva vida que está por llegar mostrará a estos pelmazos y enemigos parciales y obstructores ayudándonos, auxiliando todos nuestros esfuerzos.”

Esto es probablemente por lo que San Pablo nos recuerda la advertencia de Jesús: “Que no se ponga el Sol sobre tu enojo” (Efesios, 4:26)

 

¿QUÉ OCURRE ENTRE LA MUERTE Y EL RENACIMIENTO?

Tal vez lo primero que se deba tener en cuenta es que incluso en la muerte y a través de los estados posteriores a ella, la conciencia nunca se rompe. El Ego es el Perceptor y nunca deja de percibir tanto si se está en un plano como en otro. En segundo lugar, es importante entender que en la muerte no nos vamos a un "lugar" como cielo o infierno, sino que simplemente cambiamos nuestro "estado" de conciencia. Pero esto no sucede todo de una vez. En el momento de la muerte el Ego tiene trabajo que hacer extrayendo y reteniendo el significado de la vida que acaba de finalizar. La Teosofía enseña que hay varias "muertes", ya que cada envoltura o vehículo entrega su almacén de la experiencia. WQJ tiene esto que decir acerca del proceso:

“Cuando la forma corporal ya está rígida y los ojos cerrados, todas las fuerzas del cuerpo y de la mente se precipitan a través del cerebro, y por medio de una serie de impresiones o imágenes la vida entera que acaba de terminar queda indeleblemente grabada en el hombre interno, no solamente en una forma general, sino también hasta en los más mínimos y fugaces detalles. En este momento, aunque todos los indicios conducen al médico a pronunciar la muerte y aunque a primera vista y para todo fin la persona está muerta, el hombre verdadero, el Ego, está actuando intensamente en el cerebro y hasta que esta tarea esté terminada no debería decirse que la persona ha fallecido en realidad.” (“El Océano de la Teosofía”)

En otra parte de esta serie, los estados después de la muerte se explorarán con detalle, pero por el momento, podemos decir que el Ego está haciendo lo que hace el árbol en invierno. Caen las hojas y mueren las flores, pero la esencia del crecimiento de ese año es recogida y preservada en la semilla. Éste es un período en que el Ego revisa la última vida vivida y prepara la semilla para la vida por venir. Es un período que es necesario para el alma, necesario para su descanso y para su comprensión de todo el peregrinaje y proceso. WQJ escribe sobre lo que ocurre cuando ha llegado el momento para el Ego de entrar de Nuevo en encarnación:

“Cuando el período completo dispensado por las fuerzas del alma ha concluido en el Devachán (uno de los estados tras la muerte), los hilos magnéticos que atan el alma a la tierra comienzan a ejercer su poder. El Yo despierta de su sueño, es velozmente guiado hacia un nuevo cuerpo, y, entonces, justo antes del nacimiento, ve por un instante todas las causas que lo condujeron al Devachán y de regreso a la vida que está a punto comenzar, y sabiendo que es todo justo y sólo el resultado de su propio pasado, no se lamenta, sino que otra vez toma la cruz... y otra alma ha regresado a la tierra.” (El Océano

(Tema 1. La Doctrina de la Reencarnación. Curso de Teosofía. 

Versión 10/2023) 


LISTA DE ARTÍCULOS POR TEMAS

CURSO Y CLASES DE TEOSOFÍA


CONTENIDO DEL CURSO:

1.       Reencarnación
2.       Karma
3.       Los Maestros de Sabiduría, fuente de la Teosofía
4a.     La Mente y la Conciencia
4b.     La Mente Personal y Universal
5a.     El Cuerpo Astral
5b.     Los poderes del cuerpo astral
6.       Estados después de la muerte
7a.     El sueño y los sueños
7b.     Visiones y Meditación
8.       Ciclos
9a.     Evolución de la Mente y la Materia Cósmicas
9b.     Evolución de la Conciencia
10.     Leyes psíquicas


BIBLIOTECA ONLINE


16 de enero de 2023

Reencarnación: Una necesidad lógica

 REENCARNACIÓN: Una necesidad lógica ( HPB)




CURSO DE TEOSOFÍA ORIGINAL ONLINE, GRATUITO, EN ESPAÑOL, ENLACE. Correspondence Theosophy Course | United Lodge of Theosophists, London, UK (theosophy-ult.org.uk)


PREGUNTAS con respecto al Karma y los renacimientos se ofrecen constantemente, y parece existir una gran confusión sobre este tema.

Aquellos que nacen y se crían en la fe cristiana, y han sido entrenados en la idea de que una nueva alma es creada por Dios para cada recién nacido, se encuentran entre los más perplejos.

Se preguntan si en tal caso el número de mónadas encarnadas en la tierra es limitado; a lo que se responden afirmativamente. Porque, aunque incontable, en nuestras concepciones, el número de las mónadas encarnadas, incluso si tomamos en cuenta el hecho de que desde la Segunda Raza, cuando sus respectivos siete grupos fueron provistos de cuerpos, se pueden permitir varios nacimientos y muertes por cada segundo de tiempo en los eones ya pasados, aún así, debe haber un límite.

Se afirmó que Karma-Némesis, cuya sierva es la Naturaleza, ajustó todo de la manera más armoniosa; y que, por lo tanto, el nuevo vertido, o llegada de nuevas Mónadas, había cesado tan pronto como la Humanidad había alcanzado su pleno desarrollo físico. Ninguna nueva mónada ha encarnado desde el punto medio de los atlantes. Por lo tanto, recordando que, salvo en el caso de niños pequeños, y de individuos cuyas vidas fueron violentamente cortadas por algún accidente, ninguna Entidad Espiritual puede reencarnarse antes de que haya transcurrido un período de muchos siglos, tales brechas por sí solas deben mostrar que el número de Mónadas es necesariamente finito y limitado. Además, se debe dar un tiempo razonable a otros animales para su progreso evolutivo.

De ahí la afirmación de que muchos de nosotros ahora estamos trabajando con los efectos de las malvadas causas kármicas producidas por nosotros en los cuerpos atlantes. La Ley de KARMA está inextricablemente entrelazada con la de la Reencarnación.

Es sólo el conocimiento de los constantes renacimientos de una y la misma individualidad a lo largo del ciclo de vida; la seguridad de que las mismas MÓNADAS, entre las cuales hay muchos Dhyan-Chohans, o los "Dioses" mismos, tienen que pasar por el "Círculo de la Necesidad", recompensados o castigados por tal renacimiento por el sufrimiento soportado o los crímenes cometidos en la vida anterior; que esas mismas Mónadas, que entraron en las conchas vacías y sin sentido, o figuras astrales de la Primera Raza emanadas por los Pitris, son las mismas que ahora están entre nosotros, no, nosotros mismos, tal vez; sólo esta doctrina, decimos, puede explicarnos el misterioso problema del Bien y del Mal, y reconciliar al hombre con la terrible y aparente injusticia de la vida. Nada más que tal certeza puede calmar nuestro sentido repugnante de la justicia. Porque, cuando uno que no está familiarizado con la noble doctrina mira a su alrededor y observa las desigualdades de nacimiento y fortuna, de intelecto y capacidades; cuando uno ve a tontos y derrochadores pagados por el honor, sobre quienes la fortuna ha amontonado sus favores por mero privilegio de nacimiento, y a su vecino más cercano, con todo su intelecto y nobles virtudes, mucho más merecedoras en todos los sentidos, pereciendo de necesidad y por falta de simpatía; cuando uno ve todo esto y tiene que alejarse, impotente para aliviar el sufrimiento inmerecido, los oídos zumbando y el corazón dolorido con los gritos de dolor a su alrededor, ese bendito conocimiento del Karma solo le impide maldecir la vida y a los hombres, así como a su supuesto Creador.1

De todas las terribles blasfemias y acusaciones virtualmente lanzadas sobre su Dios por los monoteístas, ninguna es mayor o más imperdonable que esa (casi siempre) falsa humildad que hace que el cristiano presumiblemente "piadoso" afirme, en relación con cada golpe malo e inmerecido, que "tal es la voluntad de Dios".

¡hipócritas! ¡Blasfemos y fariseos impíos, que hablan en el mismo aliento del interminable amor misericordioso y cuidado de su Dios y creador por el hombre indefenso, y de que Dios azota a los buenos, lo mejor de sus criaturas, sangrando hasta la muerte como un insaciable Moloch! ¿Se nos responderá a esto, en palabras de Congreve:

"Pero, ¿quién se atreverá a gravar la Justicia Eterna?" Lógica y simple sentido común, respondemos: si se nos hace creer en el "Pecado original", en una vida, en esta Tierra solamente, para cada Alma, y en una Deidad antropomórfica, que parece haber creado a algunos hombres solo por el placer de condenarlos al fuego eterno del infierno (y esto ya sea que sean buenos o malos, dice el Predestinario) 2, ¿por qué no debería todo hombre dotado de poderes de razonamiento condenar a su vez a una Deidad tan malvada? La vida se volvería insoportable, si uno tuviera que creer en el Dios creado por la fantasía inmunda del hombre. Afortunadamente, solo existe en los dogmas humanos y en la imaginación malsana de algunos poetas, que creen que han resuelto el problema al dirigirse a él como:

¡Tú gran Poder Misterioso, que has involucrado
El orgullo de la sabiduría humana, para confundir
el audaz escrutinio y probar la fe
de tus presuntas criaturas! . . . . "

Se requiere verdaderamente una "fe" robusta para creer que es "presunción" cuestionar la justicia de uno, que crea un hombrecito indefenso pero para "perpleja", y probar una "fe" con la que ese "Poder", además, puede haber olvidado, si no descuidado, dotarlo, como sucede a veces.

Compare esta fe ciega con la creencia filosófica, basada en cada evidencia razonable y experiencia de vida, en Karma-Némesis, o la Ley de Retribución. Esta Ley, ya sea consciente o inconsciente, no predestina nada ni a nadie. Existe desde y en la Eternidad, verdaderamente, porque es la ETERNIDAD misma; y como tal, dado que ningún acto puede ser co-igual con la eternidad, no se puede decir que actúe, porque es la ACCIÓN misma. No es la Ola la que ahoga a un hombre, sino la acción personal del desgraciado, que va deliberadamente y se coloca bajo la acción impersonal de las leyes que gobiernan el movimiento del Océano. El karma no crea nada, ni diseña. Es el hombre quien planifica y crea causas, y la ley kármica ajusta los efectos; Este ajuste no es un acto, sino una armonía universal, que tiende siempre a reanudar su posición original, como una rama, que, inclinada con demasiada fuerza, rebota con el vigor correspondiente. Si sucede que se disloca el brazo que trató de doblarlo fuera de su posición natural, ¿diremos que es la rama que nos rompió el brazo, o que nuestra propia locura nos ha traído al dolor?

El karma nunca ha buscado destruir la libertad intelectual e individual, como el Dios inventado por los monoteístas. No ha involucrado sus decretos en la oscuridad a propósito para desconcertar al hombre; ni castigará al que se atreve a escudriñar sus misterios, por el contrario, el que revela a través del estudio y la meditación sus intrincados caminos, y arroja luz sobre esos caminos oscuros, en los sinuosos de los cuales tantos hombres perecen debido a su ignorancia del laberinto de la vida, está trabajando para el bien de sus semejantes. KARMA es una ley Absoluta y Eterna en el Mundo de la manifestación; y como sólo puede haber un Absoluto, como Una Causa eterna siempre presente, los creyentes en el Karma no pueden ser considerados como ateos o materialistas, y menos aún como fatalistas: porque el Karma es uno con lo Incognoscible, del cual es un aspecto en sus efectos en el mundo fenoménico.

Íntimamente, o más bien indisolublemente, conectada con el Karma, entonces, está la ley del renacimiento, o de la reencarnación de la misma individualidad espiritual en una larga, casi interminable, serie de personalidades. Estos últimos son como los diversos trajes y personajes interpretados por el mismo actor, con cada uno de los cuales ese actor se identifica y es identificado por el público, por el espacio de unas pocas horas. El hombre interior, o real, que personifica a esos personajes, sabe todo el tiempo que es Hamlet por el breve espacio de unos pocos actos, que representan, sin embargo, en el plano de la ilusión humana toda la vida de Hamlet. Y sabe que fue, la noche anterior, el Rey Lear, la transformación a su vez del Otelo de una noche precedente aún más temprana; Pero se supone que el personaje externo y visible ignora el hecho. En la vida real esa ignorancia es, desafortunadamente, pero demasiado real. Sin embargo, la individualidad permanente es plenamente consciente del hecho, aunque, a través de la atrofia del ojo "espiritual" en el cuerpo físico, ese conocimiento es incapaz de imprimirse en la conciencia de la falsa personalidad.

Artículo de H. P. Blavatsky, de la web LUT- Reino Unido 

Notas

  1. Los objetores a la doctrina del karma deben recordar el hecho de que está absolutamente fuera de discusión intentar una respuesta a los pesimistas sobre otros datos. Una firme comprensión de los Principios de la Ley Kármica derriba toda la base del imponente tejido criado por los discípulos de Schopenhauer y Von Hartmann.
  2. La doctrina y la teología de los calvinistas. "El propósito de Dios desde la eternidad respetando todos los eventos" (que se convierte en fatalismo y mata el libre albedrío, o cualquier intento de ejercerlo para el bien). Es la pre-asignación o asignación de los hombres a la felicidad o miseria eterna" (Catecismo). ¡Una noble y alentadora Doctrina esta!

30 de mayo de 2022

REENCARNACIÓN: UNA NECESIDAD LÓGICA

REENCARNACIÓN: UNA NECESIDAD LÓGICA  



( Traducido de la Web de la Logia Unida de Teósofos de Reino Unido, enlace: 

Reencarnación - Logia Unida de Teósofos | Logia Unida de Teósofos, Londres, Reino Unido (theosophy-ult.org.uk) )


Las preguntas con respecto al Karma y los renacimientos aparecen  constantemente, y una gran confusión parece existir sobre este tema.

Aquellos que nacen y se crían en la fe cristiana, y han sido entrenados en la idea de que Dios crea una nueva alma para cada bebé recién nacido, se encuentran entre los más perplejos.

Se preguntan si en tal caso el número de mónadas encarnadas en la tierra es limitado; a lo que se les responde afirmativamente. Porque, por incontable que sea, en nuestras concepciones, el número de las mónadas encarnadas – incluso si tenemos en cuenta el hecho de que desde la Segunda Raza, cuando sus respectivos siete grupos fueron provistos de cuerpos, se pueden permitir varios nacimientos y muertes por cada segundo de tiempo en los eones ya pasados – todavía, debe haber un límite.

Se afirmó que Karma-Némesis, cuya sirvienta es la Naturaleza, ajustó todo de la manera más armoniosa; y que, por lo tanto, el recién vertido, o la llegada de nuevas Mónadas, había cesado tan pronto como la Humanidad había alcanzado su pleno desarrollo físico. Ninguna mónada fresca ha encarnado desde el punto medio de los atlantes. Por lo tanto, recordando que, excepto en el caso de los niños pequeños y de los individuos cuyas vidas fueron cortadas violentamente por algún accidente, ninguna Entidad Espiritual puede reencarnarse antes de que haya transcurrido un período de muchos siglos, tales brechas por sí solas deben mostrar que el número de Mónadas es necesariamente finito y limitado. Además, se debe dar un tiempo razonable a otros animales para su progreso evolutivo.

De ahí la afirmación de que muchos de nosotros ahora estamos trabajando en los efectos de las causas kármicas malvadas producidas por nosotros en los cuerpos atlantes. La Ley del KARMA está inextricablemente entrelazada con la de la Reencarnación.

Es sólo el conocimiento de los constantes renacimientos de una misma individualidad a lo largo del ciclo vital; la seguridad de que las mismas MONADAS – entre las cuales hay muchos Dhyan-Chohans, o los propios "Dioses" – tienen que pasar por el "Círculo de la Necesidad", recompensados o castigados por tal renacimiento por el sufrimiento soportado o los crímenes cometidos en la vida anterior; que esas mismas Mónadas, que entraron en las conchas vacías y sin sentido, o figuras astrales de la Primera Raza emanadas por los Pitris, son las mismas que ahora están entre nosotros, es decir, nosotros mismos, por casualidad; es sólo esta doctrina, decimos, la que puede explicarnos el misterioso problema del Bien y del Mal, y reconciliar al hombre con la terrible y aparente injusticia de la vida. Nada más que tal certeza puede calmar nuestro repugnante sentido de la justicia. Porque, cuando uno no conoce la noble doctrina mira a su alrededor, y observa las desigualdades de nacimiento y fortuna, de intelecto y capacidades; cuando uno ve el honor pagando a tontos y derrochadores, sobre quienes la fortuna ha amontonado sus favores por mero privilegio de nacimiento, y a su vecino más cercano, con todo su intelecto y nobles virtudes -mucho más merecedoras en todos los sentidos- pereciendo de la necesidad y por falta de simpatía; cuando uno ve todo esto y tiene que alejarse, indefenso para aliviar el sufrimiento inmerecido, los oídos zumbando y el corazón dolido con los gritos de dolor a su alrededor, ese bendito conocimiento del Karma solo le impide maldecir a la vida y a los hombres, así como a su supuesto Creador.1

De todas las terribles blasfemias y acusaciones prácticamente lanzadas sobre su Dios por los monoteístas, ninguna es mayor o más imperdonable que esa (casi siempre) falsa humildad que hace que el cristiano presumiblemente "piadoso" afirme, en relación con cada golpe malvado e inmerecido, que "tal es la voluntad de Dios".

¡Muñecas e hipócritas! ¡Blasfemos y fariseos impíos, que hablan al mismo tiempo del infinito amor misericordioso y cuidado de su Dios y creador por el hombre indefenso, y de ese Dios azotando el bien, lo mejor de sus criaturas, desangrándolas hasta la muerte como un Moloch insaciable! ¿Seremos respondidos a esto, en palabras de Congreve:

"¿Pero quién se atreverá a gravar la Justicia Eterna?" Lógica y simple sentido común, respondemos: si se nos hace creer en el "Pecado original", en una sola vida, en esta Tierra solamente, para cada Alma, y en una Deidad antropomórfica, que parece haber creado a algunos hombres solo por el placer de condenarlos al fuego eterno del infierno (y esto ya sea bueno o malo, dice el Predestinario) 2, ¿por qué no deberían todos los hombres dotados de poderes de razonamiento condenar a su vez a una Deidad tan villana? La vida se volvería insoportable, si uno tuviera que creer en el Dios creado por la fantasía inmunda del hombre. Afortunadamente, sólo existe en los dogmas humanos, y en la imaginación malsana de algunos poetas, que creen que han resuelto el problema dirigiéndose a él como:

¡Tú gran Poder Misterioso, que has involucrado
El orgullo de la sabiduría humana, para confundir
El atrevido escrutinio y probar la fe
De tus presuntas criaturas! . . . . "

Verdaderamente se requiere una "fe" robusta para creer que es "presunción" cuestionar la justicia de alguien, que crea un hombrecillo indefenso pero para "dejarlo perplejo", y para probar una "fe" con la que ese "Poder", además, puede haber olvidado, si no descuidado, dotarlo, como sucede a veces.

Compare esta fe ciega con la creencia filosófica, basada en cada evidencia razonable y experiencia de vida, en Karma-Némesis, o la Ley de Retribución. Esta Ley, ya sea Consciente o Inconsciente, no predestina nada ni a nadie. Existe desde y en la Eternidad, verdaderamente, porque es la ETERNIDAD misma; y como tal, puesto que ningún acto puede ser co-igual con la eternidad, no se puede decir que actúe, porque es la ACCIÓN misma. No es la Ola la que ahoga a un hombre, sino la acción personal del miserable, que va deliberadamente y se coloca bajo la acción impersonal de las leyes que gobiernan el movimiento del Océano. El karma no crea nada, ni diseña. Es el hombre quien planifica y crea causas, y la ley kármica ajusta los efectos; cuyo ajuste no es un acto, sino una armonía universal, tendiendo siempre a retomar su posición original, como una rama, que, inclinada con demasiada fuerza, rebota con el vigor correspondiente. Si resulta que disloca el brazo que trató de doblarlo de su posición natural, ¿diremos que es la rama la que nos rompió el brazo, o que nuestra propia locura nos ha llevado al dolor?

El karma nunca ha tratado de destruir la libertad intelectual e individual, como el Dios inventado por los monoteístas. No ha involucrado sus decretos en la oscuridad a propósito para desconcertar al hombre; tampoco castigará al que se atreva a escudriñar sus misterios, por el contrario, el que revela a través del estudio y la meditación sus intrincados caminos, y arroja luz sobre esos caminos oscuros, en los que tantos hombres perecen debido a su ignorancia del laberinto de la vida, está trabajando para el bien de sus semejantes. Karma es una ley Absoluta y Eterna en el Mundo de manifestación; y como sólo puede haber un Absoluto, como Una Causa eterna siempre presente, los creyentes en el Karma no pueden ser considerados como ateos o materialistas, y menos aún como fatalistas: porque el Karma es uno con lo Incognoscible, del cual es un aspecto en sus efectos en el mundo fenoménico.

Íntimamente, o más bien indisolublemente, conectada con el Karma, entonces, está la ley del renacimiento, o de la reencarnación de la misma individualidad espiritual en una larga, casi interminable, serie de personalidades. Estos últimos son como los diversos trajes y personajes interpretados por el mismo actor, con cada uno de los cuales ese actor se identifica y es identificado por el público, por el espacio de unas pocas horas. El hombre interior, o real, que personifica a esos personajes, sabe todo el tiempo que es Hamlet por el breve espacio de unos pocos actos, que representan, sin embargo, en el plano de la ilusión humana toda la vida de Hamlet. Y sabe que fue, la noche anterior, el rey Lear, la transformación a su vez del Otelo de una noche precedente aún anterior; pero se supone que el personaje externo y visible ignora el hecho. En la vida real esa ignorancia es, desafortunadamente, pero demasiado real. Sin embargo, la individualidad permanente es plenamente consciente del hecho, sin embargo, a través de la atrofia del ojo "espiritual" en el cuerpo físico, que el conocimiento es incapaz de impresionarse en la conciencia de la falsa personalidad.

(artículo de H. P. Blavatsky)


Notas

  1. Los opositores a la doctrina del Karma deben recordar el hecho de que está absolutamente fuera de discusión intentar una respuesta a los pesimistas sobre otros datos. Una comprensión firme de los Principios de la Ley Kármica derriba toda la base del imponente tejido criado por los discípulos de Schopenhauer y Von Hartmann.
  2. La doctrina y la teología de los calvinistas. "El propósito de Dios desde la eternidad respetando todos los acontecimientos" (que se convierte en fatalismo y mata el libre albedrío, o cualquier intento de ejercerlo para bien). Es la asignación previa o asignación de los hombres a la felicidad o miseria eterna" (Catecismo). ¡Una doctrina noble y alentadora esto!