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12 de septiembre de 2023

Los dones espirituales y su alcance (WQJ)

 Los dones espirituales y su alcance (W.Q.Judge)




(Ver Artículos de W.Q.Judge  AQUÍ )


Una de las preguntas que un teósofo puede formular, con sinceridad e intensidad, es: ¿ Cómo puedo progresar en la vida superior? ¿Cómo puedo obtener dones espirituales? 

La expresión: “dones espirituales”, que puede prestarse a interpretación, procede de Pablo, el Apóstol y el Adepto, el cual escribió a la iglesia de los Corintios, diciendo: “En lo referente a los dones espirituales, hermanos, no los dejaré en la ignorancia.” 

Entre los que él enumera encontramos: la sabiduría, el conocimiento, la fe, la curación, la realización de milagros, la profecía, el discernimiento de los espíritus, la capacidad de hablar en lenguas y su interpretación. 

Mientras el Apóstol aconseja a los Corintios a “anhelar, con ardor, los mejores dones”, les muestra, sin embargo, una manera más excelente: la ley suprema del amor, diciendo: “Ahora existen estas tres: fe, esperanza y caridad (o el amor); pero la caridad es la más grande.” 

Entonces, por deseable que sea poseer los dones espirituales, según el buen Apóstol no se hallan en el plano más elevado, ni son el objetivo supremo del logro humano y tampoco la manera más excelente para alcanzar la perfección humana. 

Es indudable que se consideren, apropiadamente, como pruebas del adelanto en los planos superiores del pensamiento y de la vida espiritual; además se pueden anhelar y usar para el beneficio ajeno, sin embargo no son, en sí, el objetivo principal del deseo humano. 

Pues, el propósito humano supremo debería ser convertirse en Dios y “Dios es amor.” 

Consideremos el asunto más detenidamente, en primer lugar: ¿qué es un “don”? ¿Cuál es el significado común del término? 

Es, claramente, algo que se otorga o se da a alguien, no siendo algo que un individuo ya posee o que podría obtener mediante un proceso de crecimiento o desarrollo, porque esto sería, rigurosamente hablando, un “fruto” y no un don. Un árbol que durante años ha sido estéril, produciendo sólo hojas y ramas, finalmente florece y fructifica. No se le ha proporcionado algún “don” nuevo, simplemente ha alcanzado una etapa de desarrollo, en su crecimiento natural, en que ciertos poderes inherentes en el árbol desde el comienzo, tienen una oportunidad de manifestarse. 

De manera análoga: los poderes trascendentes de los Adeptos no son dones, sino el resultado natural del desarrollo que sigue cierta dirección y pudiéramos definirlo el florecimiento necesario del profundo desarrollo, en sus casos, de esas potencialidades espirituales que son el derecho de nacimiento de todos los seres. Si consideramos así el significado de la palabra, pienso que la mayoría de los teósofos estarán dispuestos a admitir que la frase: “dones espirituales” es errónea. No hay ni puede haber dones que el ser humano pueda recibir. Cualquier cosa que el estudiante de la vida superior sea, es el resultado de su trabajo previo. 

Lo que será en el futuro dependerá de sus esfuerzos. Podrá desarrollar sus facultades latentes, llegando a ser un Adepto con el tiempo; o podrá deslizarse a lo largo de las corrientes de la vida sin propósito ni esfuerzo, hasta hundirse, finalmente, en el olvido. Su destino está en sus manos, sin depender, en lo más mínimo, de “dones.” 

Si tenemos presente la naturaleza múltiple del ser humano, es posible considerar el tema desde otro ángulo. Para propósitos prácticos podemos decir que él consiste en cuerpo, alma y espíritu; el alma es el verdadero ego y el espíritu es uno con lo Supremo. 

Si los consideramos, por el momento, como entidades separadas, las palabras de Santiago, otro Apóstol, son perfectamente verdaderas: “cada don bueno y cada don perfecto procede de arriba.” Toda aspiración del alma por lo espiritual, toda determinación humana para llevar una vida más pura, cada mano tendida a un hermano más débil, cada intenso deseo por la verdad y la justicia, proviene de arriba, de lo Divino interno, como cualquier otro anhelo y esfuerzo parecido del alma. Desde este punto de vista pueden llamarse “dones” que proceden de la naturaleza superior hacia la inferior: de lo espiritual a lo humano. 

La acción que lo superior efectúa sobre lo inferior se nota en estos atributos humanos, cualidades, virtudes o como se quieran llamar, que Pablo, en otro lugar, enumera como los “frutos del espíritu: amor, gozo, paz, largo sufrimiento, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre y temperancia.” 

Si consideramos el asunto de uno o del otro punto de vista, ¿cómo podemos alcanzar los dones espirituales? La respuesta parece depender de que es eso hacia lo cual nos esforzamos. Si los poderes extraordinarios de los Adeptos han cautivado nuestra imaginación, estimulando nuestra ambición, entonces debemos colocar nuestras almas en un estado de paciencia. Pocos, si es que algunos de nosotros, están aptos para un proceso “forzado.” 

Debemos contentarnos con esperar y trabajar; crecer y desarrollar; renglón tras renglón; precepto tras precepto; un poco aquí, un poco allá, hasta que, eras después, quizá lleguemos a la completa estatura del hombre perfecto. 

Si reconocemos sabiamente nuestras limitaciones y sin embargo nos esforzamos por obtener lo que se puede definir como las manifestaciones ordinarias del espíritu, brotan dos líneas obvias de conducta. Cada impulso proveniente de lo superior, todo estímulo de lo Divino interno, debería recibir una acogida y respuesta calurosa. 

Si sientes que algo te induce a visitar algún vecino o amigo enfermo o afligido, hazlo sin posponer. Si en la conciencia inferior surge un deseo para dar comienzo a una nueva conducta, no esperes hasta el año nuevo, impleméntalo ahora. 

Si alguna historia triste de sufrimiento te ha conmovido, actúa, inducido por esta emoción, mientras tus mejillas se hallan aún húmedas de lágrimas. En síntesis: alinéate, de inmediato, con los modos de lo Divino: en armonía con las leyes Divinas. Más luz, más sabiduría y más espiritualidad deben llegar, necesariamente, a quien se ha preparado así y así espera. 

¿Cómo puede una barra de hierro ser compenetrada por el magnetismo terrestre si se pone a través y no en línea con el meridiano magnético? ¿Cómo puede un ser humano esperar dones o poderes espirituales si continúa ignorando las condiciones espirituales, violando las leyes espirituales? 

Para obtener lo bueno debemos cultivar pensamientos buenos, llenarnos de deseos buenos, en breve, debemos ser buenos. Esta sugerencia práctica consiste en realizar, fiel y conscientemente, todo deber conocido. En las circunstancias del diario vivir y por medio de ellas, en el trabajo bien realizado y en los deberes llevados a cabo con atención hoy, podemos progresar, más prontamente, en la vida superior. Puede ser un adelanto lento, sin embargo, seguro. Estos son peldaños para cosas mejores. 

Progresamos más rápidamente cuando nos detenemos a ayudar a otros viajeros. Recibimos más cuando sacrificamos más. Alcanzamos la más amplia medida de amor divino cuando amamos, de la manera más altruista, a nuestros hermanos. Nos hacemos uno con lo Supremo, más ciertamente, cuando nos entregamos del todo al trabajo a favor de la Humanidad.

 

Path, Febrero, 1889 (Dies Non)

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