3 de octubre de 2022

Sobre la materia y la vida. (Ecos del Oriente.WQJ)

 Sobre la materia y la vida (Ecos del Oriente.WQJ)




Compartimos un capítulo de la obra de W.Q.Judge, 

ECOS DEL ORIENTE, aquí su PDF ECOS_DEL_ORIENTE.pdf (teosofiauniversal.com)


ECOS DEL ORIENTE - CAPITULO V

La doctrina antigua del constante, eterno cambio de cada átomo de un estado a otro, está fundada, o mejor dicho se deduce, de otra que postula que no hay tal cosa como materia muerta. En cualquier punto concebible del universo hay vida; no hay un solo punto que pueda llamarse muerto; y cada vida está eternamente moviéndose y progresando hacia la evolución superior. Para admitir esto, tenemos que conceder que la materia nunca es percibida con la vista ni con ningún instrumento. Lo que nuestros sentidos perciben son los fenómenos de la materia, y de aquí, dicen los sabios, lo que llamamos “materia” no es más que una ilusión. Ni siquiera el protoplasma de las escuelas puede decirse que es la materia original; esto es simplemente otro de los fenómenos. Esta materia prima u original es llamada por Paracelso y otros materia primordial, lo más cerca de lo que en la escuela Oriental es llamado en Sánskrito mulaprakriti. Esta es la raíz de la materia, invisible, que no se puede pesar, ni medir con ningún instrumento de invención humana. Y, sin embargo, es la única real materia fundamental de todos los fenómenos a lo que erróneamente llamamos materia. Pero nada de todo esto está muerto sino lleno de las vidas que nos referimos antes. 

Ahora, teniendo esto en mente, consideremos, el vasto sistema solar, vasto sin duda, sólo cuando no se le compara con la inmensa congregación de estrellas, y planetas que nos rodean. El gran año sideral que el sol cubre pasando a través de los doce signos del zodíaco comprende más de 25,000 años mortales, de 365 días cada uno. Al mismo tiempo que recorre este inmenso circuito, el sol arrastra consigo todo el sistema planetario suyo a través de su enorme órbita propia, y podemos imaginar – sin observaciones precisas – que en esos 25,000 años de viaje alrededor del zodíaco, el sistema solar como unidad colectiva ha avanzado en la órbita propia del sol sólo una pequeña distancia. Pero después que millones de años hayan pasado en estos progresos, el sol debe traer su comitiva de planetas a un espacio estelar donde nunca han estado antes; allí otras condiciones y combinaciones materiales pueden existir, condiciones y estados de los cuales nuestros científicos nunca lo han sabido, de los cuales ni un sólo fenómeno ha sido registrado; y las diferencias entre las condiciones planetarias de entonces y ahora serán tan grandes que no habrá comparación posible. 

Esta es una rama de la ley cíclica con la cual los Sabios del Oriente están perfectamente familiarizados. Ellos han investigado, registrado sus observaciones y las han conservado. Habiendo observado las vidas innumerables, durante ciclos sobre ciclos pasados, y ver su modo de ser bajo diferentes condiciones en otros espacios estelares dejados atrás hace muchísimo tiempo, ellos tienen una base en que fundar sus conclusiones sobre cuál será el estado de las cosas en las edades venideras. 

Esto nos trae a una interesante teoría ofrecida por la Teosofía con respecto a la vida misma manifestada por el ser humano, su muerte y sueño. Relacionado también a lo que es el llamado generalmente “fatiga”. La explicación común para el fenómeno del sueño es que el cuerpo se fatiga, pierde más y más su vitalidad y después busca reposo. Esto dice la Teosofía, es lo opuesto a la verdad, porque, en lugar de haber perdido algo de su vitalidad, el cuerpo, al fín del día, tiene más vida que al despertar. Durante la vigilia las olas-vitales entran precipitadamente al cuerpo con mayor intensidad de hora en hora; y nosotros no pudiendo resistirlas más allá del período usual, ellas nos vencen y nos dormimos. Mientras dormimos, la ola vital se acomoda a las moléculas del cuerpo; y cuando el equilibrio está completo nos despertamos otra vez a continuar la contienda con la vida. Si no ocurriese este ajuste periódico, la corriente vital nos destruiría. Todo desarreglo del cuerpo que entorpece este ajuste es una causa de insomnio, y tal vez muerte. Finalmente, la muerte del cuerpo resulta de la desigualdad del debate con la fuerza vital; que al fin nos domina, y estamos forzados a sucumbir en la tumba. Enfermedades, la propiedad común de la raza humana, sólo reduce el poder del cuerpo a ajustar y de resistir. Los niños, dicen los Adeptos, duermen más que los adultos, y necesitan más descanso, porque la máquina corpórea, siendo joven y más tierna, se rinde más fácilmente al influjo vital y se adormece. 

Claro, en este corto artículo no puedo elaborar esta teoría; pero, el hecho es que aunque no aceptable por la Ciencia, lo será un día aceptado como verdad. Como que ya se empieza a pensar que la electricidad lo penetra todo, aunque tal vez muy pronto estaremos de acuerdo que la vida es universal aún en lo que estamos acostumbrados llamar materia muerta. 

Y como, que, está claro a cualquier observador inteligente que parece haber allí más o menos inteligencia en las operaciones de esta energía vital, nosotros naturalmente nos acercamos a otra interesante doctrina teosófica que trata de seres y jerarquías dirigiendo esta energía.