25 de julio de 2024

Tema 6. Estados posteriores a la muerte.

 Tema 6. Estados posteriores a la muerte.



SIN MIEDO A LA MUERTE


Para apreciar y beneficiarse de la luz que la Teosofía ha arrojado sobre el largo e incomprendido «pasaje» que llamamos muerte, es necesario que tengamos en cuenta algunos breves axiomas, cuyas implicaciones se desarrollarán a medida que avancemos. El primero es que el Ego, el hombre real, la conciencia, nunca muereEl segundo es que no va a ningún lugar, sino que experimenta cambios en sus estados de conciencia. En tercer lugar, el carácter o naturaleza de dichos estados es fruto de sus propios pensamiento y acción mientras estaba en el cuerpo físico. Y el último, que la muerte no es algo que deba temerse, sino que es necesaria, beneficiosa, y con algunas excepciones, un interludio dichoso y reparador.

EL EGO REENCARNANTE ES ETERNO


Con cada año que pasa, acrecentamos esa antigua apreciación de que el verdadero ser humano nunca muere. El verdadero “nosotros” no puede morir. Experimentamos la muerte una y otra vez, pero siempre como observadores. Somos testigos de la formación, desintegración y muerte de cosas, formas y cuerpos, pero somos por siempre los testigos de esas mutaciones, el percibidor que «nunca deja de percibir». Las formas mueren, pero lo que les da forma es eterno.


Durante el ciclo de muerte y renacimiento experimentamos muchas variaciones de instrumento y estado, pero seguimos siendo la misma conciencia, el poder que ocasiona esos cambios. Cada persona ha pasado por el ciclo muchas veces y el recuerdo de todo esto, en algún lugar, nos pertenece. Puede que no esté disponible para nosotros bajo las presentes condiciones, pero en algún punto de la evolución recuperaremos la facilidad de invocar cualquier parte de ese recuerdo, aunque en el presente no haría más que fascinarnos y desviar nuestra atención de nuestros deberes actuales.

No hace falta decir que los miles de casos verificados sobre recuerdos de vidas pasadas (casos registrados por Ian Stevenson, ver vídeos en Youtube), más otros libros sobre experiencias cercanas a la muerte (como «Vida después de la vida» por Raymond Moody) deberían convencernos de que el ser humano jamás muere.


La pregunta es:
¿QUÉ SUCEDE AL MOMENTO DE MORIR?


Las recientes controversias sobre cuándo es correcto apagar los sistemas de soporte vital, han resaltado el hecho de que tanto el sector médico como el religioso, están cuestionando la hora exacta de la muerte. Los viejos estándares ya no encuentran aceptación y muchos están comenzando a creer que hay algo más en ese instante llamado “muerte” de lo que solíamos pensar. En El Océano de la Teosofía, W.Q. Judge describe el proceso:
«El hálito abandona el cuerpo y decimos que el hombre ha muerto, pero esto es sólo el comienzo de la muerte, porque ésta prosigue su curso en otros planos. Cuando la forma corporal ya está rígida y los ojos cerrados, todas las fuerzas del cuerpo y de la mente se precipitan a través del cerebro, y por medio de una serie de impresiones o imágenes la vida entera que acaba de terminar queda indeleblemente grabada en el hombre interno, no solamente en una forma general, sino también hasta en los más mínimos y fugaces detalles. En este momento, aunque todos los indicios conducen al médico a pronunciar la muerte y aunque a primera vista y para todo fin la persona está muerta, el hombre verdadero, el Ego, está actuando intensamente en el cerebro y hasta que esta tarea esté terminada no debería decirse que la persona ha fallecido en realidad. Cuando esta labor solemne se ha realizado, el cuerpo astral se desprende del cuerpo físico, y como la energía vital se ha separado, los cinco principios restantes pronto se encuentran dentro del estado llamado kāma loka».


Kama Loka es el plano astral que rodea e interpenetra la Tierra, y se extiende a una «distancia mensurable» de ella. Hasta cierto punto es un lugar, pero no uno tal y como lo entendemos, pues allí no se aplican las mismas leyes de tiempo y espacio. Además, debido a estas y otras condiciones, demanda un estado de conciencia diferente. Helena Blavatsky explica en la La Clave de la Teosofía: «Allí es donde los eidolones astrales de todos cuantos seres han vivido, incluidos los animales, esperan su segunda muerte».


En la muerte comienza una separación a medida que el cuerpo y la vitalidad corporal (Prana) se desprenden. En este punto suceden dos eventos: a) los recuerdos de los planos interiores se convierten en realidades vivas, móviles y activas, y debido a esto no somos conscientes del cambio; y b) éste último alude a una transformación en el estado de conciencia. Sin el cuerpo, sólo se puede manifestar una parte o aspecto de nuestra conciencia, y sin los contrastes de la vida corporal no podemos emitir juicios, simplemente experimentamos el estado.


El pasaje anterior de Judge está relacionado con otro de La Clave de la Teosofía:
“En el momento solemne de la muerte, todo ser humano, aun cuando el fallecimiento es repentino, ve desfilar toda su vida en los detalles más mínimos. Por un breve lapso, el ego personal se vuelve uno con el Ego individual y omnisciente. Este instante es suficiente para mostrarle la cadena completa de causas que han estado trabajando durante su vida. Ve y se entiende a sí mismo como es, despojado del elogio y de sus ilusiones. Lee su vida como si fuera un espectador que mira hacia la arena que está abandonando. Siente y conoce la justicia de todo sufrimiento que ha experimentado”.


Aunque es comprensible que los detalles de las experiencias cercanas a la muerte (ECM) no coincidan totalmente con las enseñanzas teosóficas sobre los procesos post mortem -ya que son sólo vivencias próximas al fallecimiento, en lugar de reales, siendo esto lo que explica la Teosofía-, es interesante notar que todo lo mencionado en el párrafo anterior es descrito en casi todos los registros de ECM. Algunos piensan que la referencia de H.P.B. al alma que se dispone a partir «como un espectador que mira abajo hacia el ruedo que está abandonando» puede referirse a la experiencia que muchos relatan de encontrarse fuera y encima de su cuerpo, mirándolo hacia abajo durante un tiempo y viendo lo que sucede alrededor de él.


El estado inmediatamente posterior a la muerte es Kama-Loka (en sánscrito, literalmente «lugar de deseo»). El componente astral permanece cerca del cuerpo físico del fallecido y se desintegra a la misma velocidad que él. En Kama-Loka, los Principios restantes superiores e inferiores- experimentan un proceso de separación, y cuando éste termina, se dice que ha ocurrido la «segunda muerte»

A menos que exista un apego desmesurado a la naturaleza de Kama-deseo, pasión y sensualidad-, entonces como Egos nos liberamos de este «purgatorio» en un tiempo relativamente corto y «caemos» en Devachán. Tras esta división conocida como «segunda muerte», dejamos atrás un «cascarón» formado por la unión de Kama y Manas Inferior, es decir, todos aquellos aspectos de la ex-personalidad que no son aptos para entrar en el estado celestial. Este cascarón astral, conocido como Kama-Rupa, eventualmente pasa por un proceso de desintegración similar al que atraviesa el cuerpo material. El Ego no tiene que esperar a que todo esto se complete; sin embargo, volverá a encontrarse con la fuerza y el carácter de estos deseos en forma de lo que llamamos Skandhas, ya que a partir de ellos se formarán los vehículos de su nueva encarnación.


Todos estas fases post-mortem son de carácter infinitamente variado y no hay una descripción definitiva que sirva para todas las personas, ya que dependen enteramente de las condiciones de la última encarnación vivida. El Kama-Loka es un estado completamente personal y subjetivo. Y afortunadamente…

«(…) según la Enseñanza Oriental, el estado del difunto en Kama-Loka no es lo que los vivos reconoceríamos como ‘consciente’. Es más bien el de una persona confusa y aturdida por un golpe violento, que ha perdido el sentido momentáneamente (…) el proceso de desprenderse del principio inferior, el cuarto y parte del quinto es
inconsciente para todos los individuos comunes. Sólo en casos muy excepcionales hay un ligero retorno a la conciencia en Kama-Loka, y éste es el caso de personalidades no espirituales y muy materialistas que, despojadas de las condiciones requeridas, no pueden ingresar en el nivel de descanso y bienaventuranza absolutos» (H. P. Blavatsky, «Some Old Questions Answered»).


¿QUÉ LE OCURRE AL KAMA-RUPA?


La vida de Kama-Rupa depende de la intensidad de los deseos que lo componen. Si son fuertes se mantendrá durante mucho tiempo como una entidad en el plano astral; y si no, flotará sin rumbo para desintegrarse pronto. Formado a partir del plano astral, una de sus características es que retiene los recuerdos de la última vida. En su artículo «A Student’s Notes and Guesses», Judge destaca que 

 «respecto al individuo, el plano astral es el solvente y almacén de su forma, idea, memoria y naturaleza, y de todo hábito y herencia». De este modo, algunas personas enfocadas en desarrollar proclividad hacia prácticas psíquicas pueden atraer un Kama Rupa a sesiones de espiritismo y hacer que entregue sus recuerdos. A menudo los psíquicos confunden este «banco de memoria» astral con el alma del difunto, ya que bajo ciertas circunstancias se puede hacer que el Kama-Rupa repita lo que tiene registrado, al igual que un magnetófono reproduce lo que hay en una cinta. Pero el Alma o Ego no están allí. Ha partido hacia un nivel en que ya no nos es posible contactar y donde no puede ser perturbado.

¿Nos afectan estos Kama-Rupas? No, a menos que lo permitamos o les “dejemos la puerta abierta”. Son un conglomerado de deseo, envidia, lujuria, etc. que no tienen voluntad ni rumbo. Están dentro de la atmósfera psíquica de la Tierra y, si se los deja solos, morirán de inanición. Sin embargo, para las personas pasivas que no tienen control de sus mentes y se adentran en prácticas psíquicas, son una amenaza constante y fuente continua del peor tipo de pensamientos. También se dice que son atraídos cuando tenemos fuertes sentimientos de odio, envidia, lujuria, etc., y al parecer ésta es la forma en que nutrimos a esas entidades inconscientes.


Cabe señalar que en Kama-Loka no producimos más Karma, ni tampoco pagamos por “malas deudas”. En el sentido más estricto, es un estado de efecto y allí no hacemos ningún progreso. Llegará un momento en que no necesitaremos pasar por tal nivel. Es un proceso de separación de todos los aspectos malvados y egoístas de la vida pasada, para que el Ego pueda disfrutar del descanso necesario en Devachán. Y cuando esta separación ha tenido lugar, el ser cae en un nuevo estado de inconsciencia más profunda -conocido como estado o período de gestación-, sobre el que se ha explicado muy poco, justo antes de despertar a las «Alegrías del Devachán».

 

Sobre el importante estado de gestación, Judge dice:
«Después de un cierto tiempo en kama loka el ser cae en un estado de inconsciencia que precede al cambio al siguiente estado. Es como el nacimiento a la vida, preludiado por un período de oscuridad y sueño pesado. Luego se despierta a las alegrías del devachán.» W.Q.Judge, El Océano de la Teosofía.


Al final de este tema, hay más referencias a los estados y procesos de Kama Loka y a la entrada en el estado celestial de Devachán. El folleto «Cuando morimos» (en inglés), por ejemplo, tiene más información sobre el proceso de gestación, al final de la página 3 y en la parte superior de la página 4.


¿QUÉ ES DEVACÁN?


Aunque la palabra significa «morada de los dioses», Devacán no es un lugar ni se halla circunscrito a ninguna ubicación concreta. Al igual que un sueño, es un estado de conciencia puramente personal y subjetivo que no está sujeto a ninguna interferencia externa. Y, dado que cada individuo crea su propio Devacán, hay una variedad infinita de dichos estados en carácter y detalles, adaptándose cada uno a las necesidades del fallecido en cuestión. El acontecimiento que nos envía a Devacán es dejar ir el Kama-Rupa y a toda la naturaleza del deseo. Esto nos deja sólo con lo bueno, desinteresado y espiritual. Ahora sólo estamos formados por la Tríada Superior y todo lo benéfico que hemos traído de la última vida.


Ya no tenemos una naturaleza «inferior» y, en consecuencia, ni siquiera el recuerdo de algún sentimiento egoísta. Al no estar restringidos por la vida mundana, somos libres de desarrollar y expandir nuestras aspiraciones superiores y construir su esencia en nuestra naturaleza Búddhica. Citamos de Doctrina Secreta (vol. 1, pág. 243-244, en inglés):
“1)Manas es inmortal, porque después de cada nueva encarnación le aporta a Atma-Buddhi algo de sí mismo, y asimilándose a la Mónada, comparte su inmortalidad.

2)Buddhi se vuelve consciente por los aumentos que recibe de Manas luego de cada nueva encarnación y muerte del individuo

3)Atma ni progresa, ni olvida, ni recuerda. No pertenece a este plano: no es más que el rayo de luz eterna que brilla sobre y a través de la oscuridad de la materia, cuando ésta lo permite.”


Precisamente al no estar restringidos por presiones conflictivas, puede darse aquí el descanso del alma. Al parecer nuestra naturaleza superior es tal que obtiene su reposo produciendo actos altruistas y mediante pensamientos elevados. En el Océano, W. Q. Judge señala:
“Ahora el Ego desprovisto del cuerpo mortal y de kāma, se viste en dewachen con un ropaje que no puede ser calificado como cuerpo, pero que puede ser llamado instrumento o vehículo, y en él funciona en la esfera devacánica enteramente sobre el plano de la mente y del alma. Entonces todo parece al ser tan real como nos parece este mundo. Simplemente el Ego tiene ahora la oportunidad de erigir para sí su propio mundo, sin ser obstaculizado por las vallas de la vida material. Su estado puede ser comparado al del poeta o artista que, ensimismado en el éxtasis de su composición o el arreglo de colores, permanece insensible al transcurso del tiempo o a las cosas del mundo”.


Durante la vida producimos causas tanto en el mundo externo/objetivo como en el interior/subjetivo. Si no son puestos en práctica a nivel objetivo, estos impulsos internos o psíquicos-o inclinaciones y anhelos elevados del alma- deben encontrar su resolución en el plano subjetivo. Deben, según Judge, «ser base, causa, sustrato y apoyo para el estado de Devachán».


Todo lo que el Ego anhelaba durante la vida que era bueno, puro y desinteresado; aquí encuentran su fruto todo lo que sus esperanzas y aspiraciones egregias concibieron en vida como ideal de existencia personal y espiritual. Todo ello forma la sustancia a partir de la cual crea y recrea un mundo propio mediante el poder de su imaginación espiritual, ahora activo, y poblado de lo que para él son seres y vida reales. Es una condición onírica, y sin embargo tan genuina que nada ni nadie puede inducirle a pensar que se trata de una etapa efímera de su ciclo de existencia, auto-creada y auto-sostenida. Nadie puede despertarlo, sino alguien que esté más allá de la ilusión devacánica, pero que al mismo tiempo sea tan sabia para no perturbar la merecida dicha del Alma. Por fin es verdaderamente feliz, ya que durante ese tiempo no posee ninguna herramienta que reaccione a sentimientos de simpatía o antipatía.


¿ES IGUAL EL DEVACÁN PARA TODA PERSONA?


Definitivamente no. Dado que Devachán constituye nuestra propia creación, es tan individual y diferente como nosotros en la vida cotidiana. Al depender aún de la existencia pasada, es personal y lo hemos creado a partir de nuestros conocimientos, creencias y filosofía. Los Maestros señalan que en esta condición un cristiano o hindú seguirán siendo tales, y el materialista acérrimo -o que no cree en ninguna vida futura- dormirá durante un breve período y volverá a encarnarse, pues no ha creado impulsos psíquicos sobre los que construir ese estado.


Al otro extremo de la escala están aquéllos que actúan según sus pensamientos nobles y desinteresados, y no pierden energía en ilusiones. Para ellos su Devachán podría ser corto, y en quienes han trascendido las quimeras materiales no habría necesidad de esta condición. Como se dijo anteriormente, su descanso yace en el trabajo hecho. Entre estos dos polos hay una variedad infinita en el carácter y la composición de dichos estados.


En cuanto a los creyentes en un “cielo” de «puertas nacaradas», este concepto será lo que coloree sus creaciones en Devachán. Para alguien cuyo mayor deseo en la vida haya sido servir a su prójimo, su reposo consistirá en una secuencia de oportunidades de hacer el bien sin restricciones. En La Clave de la Teosofía, H.P.B. afirma: «La muerte es dormir. Después de morir ante los ojos espirituales del alma, comienza una representación de acuerdo a un programa aprendido y muy a menudo fabricado de forma inconsciente por nosotros mismos: la ejecución práctica de creencias correctas o ilusiones que creamos». En los estados posteriores a la muerte no podemos experimentar nada que no esté basado en las experiencias,
percepciones y creencias de la vida recién terminada.


¿HACE FALTA CREER EN LA VIDA DE ULTRA-TUMBA PARA TENER UNA?


En el mismo libro, Blavatsky dice: «Para tener una vida consciente en el mundo venidero, ante todo uno tiene que creer en esa vida durante la existencia terrestre», y más adelante añade: «Según la creencia que tuvo el individuo respecto a la vida futura, y lo que de la misma haya esperado, así será lo que le aguarda», y esto no significa que un incrédulo no vaya a tener experiencia alguna luego de morir; sólo no la experimentará conscientemente. En «La Clave de la Teosofía» ella continúa:

«El Ego recibe siempre según sus merecimientos. Tras la disolución del cuerpo, comienza una etapa de conciencia totalmente despierta, o un estado de sueños caóticos o un dormir sin ningún tipo de sueño, indistinguible de la aniquilación, y éstas son las tres formas de dormir». 

La inmortalidad consciente es una característica que debe ser construida por cada persona mientras está en un cuerpo físico. Alguien puede profesar la idea de un «cielo», y aún así no creerlo en realidad. Otro podría ser un completo materialista exteriormente y, sin embargo tener una sensación interna y persistente de que la conciencia no puede apagarse simplemente como una vela. En cualquier caso, es la creencia interior la que determinará y coloreará la condición devacánica.


Nuestros estados posteriores a la muerte, se hallan en nuestras manos y, aunque no deberíamos perder tiempo pensando en ellos, parece sabio entender su propósito, las leyes que les rigen y qué efecto tienen diariamente nuestros pensamientos y acciones en esta vida sobre lo que vendrá después.


¿NOS REUNIMOS EN DEVACÁN CON NUESTROS SERES QUERIDOS?


En la obra «Respuestas a preguntas sobre El Océano de la Teosofía«, Robert Crosbie responde directamente: «No hay contacto alguno entre seres en el estado devacánico; de lo contrario, sería una existencia más objetiva que subjetiva. Tampoco habría posibilidad de que el alma experimentase una condición celestial si comunicara con otros seres, ya que tal vínculo es fuente de la mayoría de los problemas que tenemos».


Con todo, éste no es el panorama completo como vemos al leer lo que añade Blavatsky en La Clave: “Sostenemos que la felicidad en el estado devacánico consiste en la completa convicción de no haber abandonado nunca la Tierra, y que no existe tal cosa como ‘muerte’; que la conciencia post-mortem espiritual de la madre le hará sentir y ver que vive rodeada de sus hijos y todos aquellos a quienes amó, y también que no faltará ni un sólo detalle para hacer de su condición desencarnada la bendición más perfecta y absoluta”.

En este estado, nuestros seres queridos e incluso aquellos por los que tuvimos poco amor, se hallarán representados sin defectos. Los veremos de la mejor manera posible, brindándonos felicidad y descanso para el Alma. Allí estamos completamente ajenos a cualquier dolor, problema o tristeza, y ni siquiera nos damos cuenta de que existen tales condiciones, porque incluso la conciencia de que existe dolor puede negar el descanso obtenido y el propósito de esta fase. Pero H.P.B. aún menciona un hecho interesante en La Clave:

“En Devacán estamos con quienes perdimos cuando nos hallábamos en forma material, y de ese modo, muchísimo más cerca de ellos que cuando estaban vivos. Y esto no es tan sólo una ilusión de la entidad devacánica, como podrán creer algunos, sino un hecho, porque el amor divino y puro no es sólo la flor de un corazón humano, sino que tiene sus raíces en la eternidad. El amor espiritual y santo es eterno, y tarde o temprano el Karma hace que todos los que se amaron con ese afecto espiritual encarnen una vez más en el mismo grupo de familia. Repetimos: el amor de ultratumba, por más que lo
tachéis de ilusorio, tiene un poder mágico y divino que reacciona sobre los vivos. El amor que el Ego de una madre siente por los hijos imaginarios que ve cerca (al vivir en una felicidad que es tan real para él como cuando se encontraba en la Tierra) siempre será
sentido por ellos durante su vida. Se manifestará en sueños y a menudo mediante diversos acontecimientos como protecciones providenciales, porque el amor es un escudo poderoso y no está limitado por espacio ni tiempo”.


¿CUÁNTO DURA DEVACÁN Y DE QUÉ DEPENDE ESTA DURACIÓN?


Por el mismo fundamento que la Filosofía no puede ofrecer un cuadro que se ajuste a cada estado devacánico, tampoco establece un tiempo exacto para su duración. El periodo depende de las causas establecidas durante la vida del Ego implicado. Para algunos el tiempo puede ser muy corto, algunos años o incluso meses, mientras que para otros podría tener miles de años. En La Clave, H.P.B. dice: «Esto, según se nos ha enseñado, depende del grado de espiritualidad y del mérito o demérito de la última encarnación. El tiempo promedio es de diez a quince siglos«.


W.Q. Judge señala que este era el promedio «para el individuo común de este siglo [XIX]» y no una extensión definitiva para todas las personas de toda época. Ha habido un aumento masivo de población mundial en los últimos cien años, lo cual representa un indicador palpable de que ahora muchas almas reencarnan más rápido que entonces.


También se nos explica que el tiempo en sí mismo es diferente en dicho estado. Para quien permanece en Devacán no hay conciencia de lo que denominamos “tiempo” y sólo percibe el transcurso de eventos o una serie de experiencias. Al carecer de nociones temporales, el “residente devacánico” no vive sentimientos de ansiedad, impaciencia o aburrimiento ya que está completamente absorto en el disfrute de sus propias creaciones.


La duración de Devacán depende de cuánto tiempo tarden en resolverse o agotarse los impulsos psíquicos generados durante la vida terrestre. Como ya mencionamos, los impulsos producidos en el plano subjetivo han de resolverse allí mismo. Si pasamos mucho tiempo soñando con lo que nos gustaría ser y realizar, si pensamos habitualmente en tener un largo descanso o unas vacaciones, y si hacemos poco para que esos anhelos se hagan realidad, entonces probablemente experimentaremos un largo periodo en dicho nivel subjetivo, elaborando y disfrutando esa ilusión placentera.

Se dice que en Oriente existen prácticas especiales diseñadas para brindar a los individuos una larga estadía y lejos de los rigores de la vida terrenal.


También tenemos la otra cara de la moneda: aquellas personas que encuentran alegría en su trabajo, ponen sus sueños en práctica o los descartan, y que siempre buscan volver a esa labor, tendrán una fase devacánica relativamente corta, y aún así adecuada para el descanso del Alma. En Answers to Questions, Crosbie plantea un punto adicional:
“Las entidades se mantienen en devacán por la fuerza de su estado de bienaventuranza; no tienen ningún incentivo para salir de él, y lo abandonan sólamente cuando se agota la fuerza de las aspiraciones vitales. Tal es el caso en la mayoría de seres, pero si una entidad de naturaleza fuerte y limpia entra en dicho nivel con el deseo de ayudar en la Tierra adquiriendo un cuerpo, puede ser despertado para asumir esa cobertura física por aquellos Adeptos cuya función es realizar tales servicios. Estos Adeptos son seres libres de todo engaño y no residen en el estado devacánico, sino que son capaces de actuar conscientemente en todos los planos del ser. Por tanto, sólo ellos pueden entrar en contacto real con los seres en devacán”.


Esto enfatiza la afirmación de que una vez que un ser alcanza Devacán, por sí mismo no puede volver a comunicarse con nadie ni nada en el plano físico, pues ello iría en contra del propósito de esa etapa. Una aparente excepción es el caso de la persona moribunda que se aparece a alguien cercano o querido al momento de fallecer. En su artículo “Diálogo entre dos Editoras” H.P.B. lo explica así: «Puede aparecerse a otro individuo en el instante de la muerte, si piensa con intensidad en la persona que está muy ansiosa por ver, o mejor aún si le ama. El pensamiento se vuelve objetivo; el doble o la sombra de alguien no es más que su fiel reproducción, como la contraparte sobre un espejo; lo que él hace, incluso con su pensamiento, es repetido por el doble». Blavatsky continúa explicando que también es factible que un «sensitivo», por medio de simpatías o animadversiones, evoque esta aparición a través de la intensidad del pensamiento.


Pero una vez más, el Ego o ser real se ha marchado y no se puede contactar con él. Y además, ¿quién querría perturbar a un alma que ya partió?


El Maestro «K.H.» explicaba: «Como ocurre en la presente vida terrenal, también el Ego en Devacán tiene su primer aleteo de vida psíquica, su plena realización, un desgaste gradual de fuerza al pasar a la semi-inconsciencia y letargo, y el olvido total. No es una muerte, sino el nacimiento en otra personalidad y la reanudación de la obra que crea diariamente nuevos cúmulos de causas que deben resolverse en otros períodos de Devacán, y aún otro renacimiento físico como nueva personalidad. En cada caso, lo que serán las vidas en Devacán y la Tierra está determinado por el Karma» («Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, pág. 243).

¿POR QUÉ NECESITAMOS MORIR?


En el futuro no necesitaremos Devacán, cuando hayamos superado nuestra creencia en la realidad de la materia y el apego a las formas que modelan esta existencia, y si establecemos el hábito de poner en práctica inmediata nuestras buenas intenciones. Pero en esta Edad de Hierro el Alma necesita un descanso de las luchas libradas en la Tierra. Una vez se aflojan los lazos dispuestos sobre Manas por el confinamiento físico y astral, aquél se expande y se siente libre para operar de modo más cercano a su verdadera naturaleza.


En la vida no podemos manifestar ni llevar a término ni siquiera una fracción de los pensamientos que tenemos, y tampoco agotar las energías psíquicas que engendramos. En Ecos del Oriente, Judge declara:

«Ninguna energía puede ser aniquilada, menos aún de tipo psíquico; éstas deben encontrar una salida en algún sitio, y la encuentran en Devacán, siendo esta realización el descanso del alma».


Otro motivo por el que la muerte es un proceso necesario, es que constituye la única forma para progresar hacia formas y situaciones nuevas y mejores. Ciertamente no desearíamos quedarnos para siempre en estos cuerpos y condiciones actuales, y sólo comprendiendo que todas las formas son impermanentes y la muerte sucede de forma continua, podemos empezar a vivir en el mundo del Espíritu. Pareciera ser que en este momento necesitamos descanso y recuperación cotidianos.


LA TRAGEDIA DE LOS SUICIDIOS


El destino trágico de los suicidas en el “más allá” es un aspecto importante que, de entenderse a cabalidad, aliviaría al mundo de mucho sufrimiento innecesario.


Esto es particularmente relevante en la actualidad, no sólo en los casos de jóvenes deprimidos que cometen suicidio, sino también en el de terroristas que en su fervor descontrolado se «sacrifican» inútilmente por una “causa”, además del extremo sufrimiento humano ocasionado con obras tales que sólo prolongan las hostilidades.


En concreto, estas personas tendrán un triste despertar luego de morir cuando vean que su “cielo prometido” no se materializa, como bien dice William Judge en “El suicidio no es muerte”:
El suicidio es una enorme locuraporque deja a quien lo comete en una posición infinitamente peor (…) No es una muerte; sólo el abandono de una casa conocida en un entorno familiar para entrar en un nuevo sitio, donde sólo existen terror y desesperación(…)”.

“En general, el destino del suicida es horrible. Ha cortado sus ligaduras con el cuerpo usando medios mecánicos que afectan a dicho cuerpo, pero que no pueden tocar al hombre real. Entonces es proyectado hacia el mundo astral, porque en algún sitio tiene que vivir. Y allí la ley implacable, que en realidad actúa para su bien, lo obliga a esperar hasta que llegue su muerte propiamente tal. De modo que debe aguardar allí, medio muerto, los meses o años que, en el orden de la naturaleza, hubieran transcurrido hasta que el cuerpo y el alma/espíritu se hubieran separado correctamente. (…)

Tiene pensamientos vívidos del acto por el cual trató de detener su peregrinación de vida, y éstos se repiten continuamente. Al mismo tiempo ve a las personas y el lugar que dejó, pero no puede comunicarse con nadie excepto, de vez en cuando, algún médium desprevenido y a quien su visita suele causar espanto. Y a menudo llena las mentes de los vivos que poseen tal sensibilidad con los pensamientos e imagen de su propia partida, e incluso en ocasiones esas otras personas acaban cometiendo en sí mismos el acto del cual él fue culpable”.

Quienes envían a estos jóvenes a la muerte cometen el acto más irresponsable, engañándolos con falsas promesas sobre el más allá. Esas propuestas que plantean los viejos sistemas religiosos son bastante infundadas, y así la Sabiduría Perenne enseña que el suicidio deja al que lo comete en un horrendo limbo personal.


¿PROGRESAMOS DESPUÉS DE LA MUERTE?


En el sentido kármico, no existe progreso luego de morir. Tampoco se produce ni cancela Karma en esos estados, ya que el Ego no se halla tomando decisiones. Sin embargo, la evolución se da en el sentido de que el Ego asimile lo mejor de la última vida, lo que significa un paso muy importante en el avance espiritual del individuo y, aunque sea un efecto, es bastante necesario. Las formas tienen que ser destruidas, pero la inteligencia, las ideas y los «despertares» deben ser retenidos en la naturaleza Búddhica.

Otra idea a considerar en esta línea es que los eventos de Devacán no establecen el tono o carácter de la próxima encarnación, siendo configurado sólo por nuestro Karma y la ley de economía. No obstante, al término de la fase devacánica hay algo que tiene relevancia para la próxima vida.


La Teosofía sostiene que, cuando todas las fuerzas psíquicas se han agotado y resuelto hasta su límite, las fuerzas de Tanha -o sed de vida- empujan al Ego de nuevo a la encarnación. Pero antes que ésta se produzca, hay un breve período en que el Ego, liberado de todas las personalidades y consciente en su nivel más elevado, obtiene una visión de todas las causas que le han llevado a su condición actual, así como las circunstancias resultantes que vendrán a conformar la existencia siguiente. Durante ese breve momento, el Ego ve la justicia en todo ello y, se nos dice, entra de buen grado otra vez en el camino del trabajo para la humanidad.


Un texto budista tibetano del siglo IX y conocido como «Bardo Thodol» o «Libro Tibetano de los Muertos» se ha hecho muy popular en Occidente en las últimas décadas, y ha dado a sus lectores una noción desafortunada y errónea de lo que ocurre en el periodo entre vidas. Esta obra afirma que el estado post-mortem dura siete semanas (49 días) para todo el mundo. Lejos de ser una etapa de descanso y felicidad pacíficos, reparadores y asimilativos para el alma, se la presenta más bien como una pesadilla con tres subperíodos o bardos, donde cada uno es descrito en términos de una prueba. La forma en que se superen determina si el individuo va a renacer (a) en la Tierra, ya sea como humano, animal, demonio o «fantasma hambriento»; (b) un Cielo, ó (c) un infierno aterrador. Los orígenes de este trabajo y su absoluta incompatibilidad con la verdadera enseñanza esotérica del Transhimalaya han sido investigados y probados por varios escritores, incluido el teósofo y doctor francés Jean-Louis Siemons en su obra “Theosophy and the Tibetan Book of the Dead«.


¿QUÉ HAY ACERCA DE LA FAMOSA “REVISIÓN DE VIDA ”UNA VEZ QUE ÉSTA CONCLUYE?


Para responder a esto, nada mejor que citar una carta escrita por uno de los Maestros e impresa por H.P.B. en su artículo “Memory in the Dying”:
“En el último momento, la vida entera es reflejada en nuestra memoria y emerge de todos los rincones y escondrijos olvidados, imagen tras imagen, y un evento tras otro. El cerebro moribundo desaloja la memoria con un fuerte y supremo impulso; y la memoria restaura fielmente cada impresión que se le ha confiado durante el período de actividad cerebral. Esa impresión y aquel pensamiento, que era más fuerte, se convierte naturalmente en el más vívido, y por así decirlo sobrevive a todo lo demás, que ahora se esfuma y desaparece para siempre, aunque reaparezca en Devacán. Ningún individuo muere loco o inconsciente, como afirman algunos psicólogos. Incluso un demente o el que tiene un ataque de delirium tremens tendrá su instante de lucidez perfecta al momento de la muerte, aunque no pueda comunicarlo a los que estén presentes. Tal vez el hombre parezca muerto, y aún así desde la última pulsación y entre el último latido de su corazón y el momento en que la última chispa de calor animal deja el cuerpo, el cerebro piensa y el Ego vive otra vez su existencia entera en esos breves segundos”.


Ésta es la revisión por la que pasa cada persona moribunda. Muchos han estado lo suficientemente cerca de la muerte para haber informado sobre esos eventos, pero nuestros psicólogos todavía no dan una explicación adecuada al fenómeno. En el artículo citado anteriormente, H.P.B. ofrece una interesante declaración de lo que ocurre: «¿Acaso esto no se deberá, como dije, simplemente al hecho de que al menos por unos segundos nuestras dos memorias (o más bien dos estados de conciencia, el más alto y el más bajo) se mezclan y forman uno sólo, y a que el moribundo se encuentra en un plano en que no hay pasado ni futuro, sino que todo es presente?»


¿QUÉ DEBEMOS HACER EN EL MOMENTO DE LA MUERTE?


Ciertamente, cuando llegue la hora tanto vivos como agonizantes necesitan el poder sustentador del conocimiento seguro, o la convicción de qué es lo que está sucediendo.


Por su parte, quienes permanecen aquí y a cargo de la situación deben tener alguna base para sus acciones en una posible crisis emocional.


Como hemos visto, la muerte es un momento de concentración, y sabemos que esta cualidad no es fácil para muchos. El Ego que se dispone a partir tiene mucho por hacer y necesita toda la ayuda posible. Se le debe dejar solo, tranquilo y sin perturbaciones mientras se desarrolla el proceso. Los Maestros han señalado que debe haber calma y silencio por los que están cerca del moribundo, ya que el Manas está ocupado incluso tras el último latido cardíaco.

Y dado que la ciencia moderna no ha acordado exactamente cuándo muere la persona, es aconsejable darle a Manas todo el tiempo que necesite.


Otra cuestión refiere al tratamiento del cuerpo. La cremación fue introducida en Occidente por los teósofos, ya que no sólo es el método más limpio e higiénico de destrucción del cuerpo, sino también el mejor y menos costoso para el alma que se se alista a partir. La cremación no tiene efecto directo sobre el Ego ni ninguna de las envolturas, pero sí ejerce consecuencias indirectas al liberar el astral y darle la oportunidad de disiparse más rápidamente y entrar en el proceso de reciclaje.


Año tras año la cremación tiene más aceptación y, con algo de suerte, un día reemplazará a las prácticas de dolor y derroche con que la superstición nos ha estado agobiando. La muerte debe ser un momento tranquilo pero alegre, y para pensar, no en la forma, sino en el Espíritu que la animaba.


PALABRAS DE CIERRE


Al toparnos con estas frases W.Q.Judge en Ecos del Oriente, sentimos que debíamos incluirlas como reflexión sobre de qué trata la vida:

“Cuando alguien fallece, el cerebro es lo último que muere. Allí, la vida aún está ocupada una vez que se anuncia la muerte. El alma ordena todos los eventos pasados, capta la suma total, se destaca la tendencia promedio y contempla cómo predomina la esperanza. Su aroma final forma la nota clave de la existencia devacánica. El hombre tibio no va ni al cielo ni al infierno, pues la naturaleza lo vomita de su boca. Las condiciones positivas, objetivas o subjetivas, sólo se alcanzan por impulso positivo, e igualmente la distribución devacánica se rige por el motivo regente del alma. El que odia
puede, por reacción, convertirse en amante, pero el indiferente no tiene propulsión ni crecimiento”.


Tras pensar mucho sobre la muerte, todas estas reflexiones y otros escritos nos ayudan a cavilar en el hecho de existir y la locura que implica tener una vida inútil. Esto es lo que pensaba Henry David Thoreau:

“No conozco ningún hecho más alentador que la incuestionable habilidad del ser humano para elevar su vida por medio de un esfuerzo consciente. Ya es algo ser capaz de pintar un cuadro en particular, o esculpir una estatua, así como embellecer ciertos
objetos, pero resulta mucho más glorioso esculpir y pintar la atmósfera y el medio mismo a través del cual miramos, lo que podemos hacer moralmente. Afectar a la calidad del día: ésa es la mayor de las artes. Toda persona tiene la tarea de hacer su vida, incluso en sus detalles, digna de contemplación en su hora más elevada y crítica”.


Y en el Bhagavad Gita se dice:

“Yo mismo (El Absoluto), jamás no he sido, ni tampoco tú (Arjuna o el Discípulo), ni ninguno de los príncipes de la Tierra; ni tampoco jamás dejaremos de ser de aquí en adelante”.


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«La Clave de la Teosofía» de H. P. Blavatsky saca a relucir muchos puntos sobre este tema que no se encontrarán en otro lugar. Y, por supuesto, «El Océano de la Teosofía» de W. Q. Judge y «Respuestas a preguntas sobre el Océano de la Teosofía» por Robert Crosbie son excelentes referencias para la enseñanza básica, expuesta de forma comprensible.


(Tema 6. Estados posteriores a la muerte. Curso de la L.U.T. Versión Abril 2024)


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