Exorcismo y posesión
A continuación, compartimos un extracto del libro "Combate contra el mal" (Luciérnaga 2021) del Padre Obispo Manuel Adolfo Acuña, exorcista con una gran experiencia que dirige una escuela de exorcistas. Antes debemos hacer la siguiente aclaración, como bien saben los lectores de este Blog TEOSOFÍA ORIGINAL o de la literatura teosófica, la Teosofía enseña que el diablo no existe, esto es una invención de la Iglesia Católica, nosotros los teósofos pensamos, de forma general, que los casos de posesión se deben al control antinatural y peligroso que ejercen los cascarones astrales (fantasmas) de los muertos sobre algunos vivos. El siguiente caso de posesión que vamos a ver, trata sobre una niña de quince años que se encuentra poseída por el alma de un pobre niño asesinado, y el Padre Manuel le realiza un exorcismo. Al final de este artículo, haremos más comentarios sobre este caso y sobre el llamado Plano Astral que se estudia en Teosofía en el contexto de la Constitución Septenaria del universo y del ser humano.
Extracto de "Combate contra el mal". (Luciérnaga 2021. Padre Obispo Manuel Adolfo Acuña)
"Hace muy poco tiempo, menos de un año, que una familia vino a visitarme con su joven hija, a la que denominaremos L. Tiene quince años y sus padres, buenas personas y muy trabajadoras, gastaban mucho dinero en la atención de su salud. Aun así, no había explicación sobre lo que estaba viviendo desde hacía unos días. Decía ver a una persona y conversar con ella. No era un amigo imaginario. Le pregunté dónde estaba en el preciso momento de nuestra charla; si la había acompañado o no. Me respondió que estaba en su cabeza.
Comenzamos a grabar la conversación con disimulo, pero al instante ella nos advierte que se está dando cuenta de que la grabamos. Pedí conversar con quien estaba dentro de su cabeza, según sus propias palabras. En mis archivos está todo el contenido de esta conversación en tiempo real. Dicho fantasma –hasta ese momento no podía llamarlo de otro modo; además debía definir si ciertamente estaba dentro de ella– primero dijo ser mayor (cuarenta años) y dio su nombre. Le llamaremos A. El Espíritu Santo, en discernimiento, me señaló que mentía sobre su edad, aunque no mentía sobre su nombre.
Volví a preguntar y entonces me dijo que tenía veinte años. «Pero a lo mejor le miento», dijo con mirada pícara. «Cierto, me estás mintiendo otra vez», sentencié. Al final, me dijo la verdad: A. tenía apenas diez años. ¡Estaba sosteniendo una conversación con un muerto! Los padres, sorprendidos, miraban a la niña con los ojos bien abiertos.
–Me gusta estar en su cabeza, pues puedo ver sus recuerdos, algunos que ella misma olvidó, y recorro su memoria –dijo A.
–¿Por qué la elegiste a ella?
–Porque es buena –contestó inmediatamente– y con ella me voy a ir al cielo.
La presente no es la transcripción exacta de mis grabaciones, pero resume lo más importante de la conversación. Este espíritu errante –no fantasma, pues no tenía misión que cumplir– quería ser llevado al cielo utilizando como vehículo a la niña. Para ello debía disponer de su vida. En varios momentos de la charla, el niño lloraba amargamente. Dejé que lo hiciera, hasta el momento en que consideré oportuno preguntarle:
–¿Por qué lloras?
–Porque mi mamá me mató –contestó con toda presteza. Y agregó–: Yo envidio a L. porque sus padres son buenos y la quieren. ¡Mi mamá no me quiso! ¡¡Me mató!! –y mirándome con una mirada de absoluta angustia me preguntó–: ¿Por qué mi mamá no me quería?
El muerto con el que hablaba era un niño asesinado por su propia madre.
–A lo mejor le miento… –me dijo provocándome, y agregó–: ¡No quiero llorar, soy muy chiquito! Mi mamá todavía vive –me dijo en tono de intimidad– y a veces la visito para preguntarle por qué me mató y me contesta: ¡no existes!
Llegados a ese punto, tuve la firme convicción de aquello que antes suponía: los muertos errantes visitan también en sueños a sus familiares, pero no para llevarles tranquilidad, como sería la visita de un espíritu protector o uno de sus ángeles, sino para inquietar. Cada vez que se quebraba en llantos, temía que se fuera dentro de la niña y no hablara más conmigo. Un suspiro fuerte y como de alguien que se aleja acompañaba su congoja. Pedí a Dios que me permitiera seguir para definir el grado de compromiso espiritual que había alcanzado este espíritu en la niña: posesión o vejación. De pronto comenzó a decir que había vivido cerca de donde vivía también L.
¡Sí, A. estuvo en aquel barrio! Esto fue un dato importantísimo para saber por qué L. era víctima de él y, además, para aprender que los errantes no pueden alejarse demasiado de los lugares que conocieron en vida.
–Yo andaba en bicicleta por el barrio –dijo A.–, pero un día no anduve más.
La familia, asombrada, afirmó que hubo un niño del que nunca más se supo en el barrio hacía muchos años, y que de él L. no podía tener conocimiento.
–No me gusta bañarme –dijo A.
Los padres comentan entonces que hacía dos semanas que L. se resistía a bañarse, influencia que llegaba desde el niño, a estas alturas, poseyendo a la pequeña L., según podía deducir. Fue cuando hablamos del mundo de la luz. Le hablé a A. del amor de Dios, que es un Papá bueno, y de María, la Madre que nunca dejaría de amarlo y que le esperaban en el cielo, y le pregunté si quería ir con ellos. Me insistió en que L. debía ir con él.
–Porque ella es buena.
El hecho de un niño no querido que culmina creyendo que fue malo... Al final, cuando todos le aseguramos que se encontraría con Dios si nos dejaba ayudarlo, con mucha ternura preguntó:
–Lo que me van a hacer, ¿le va a doler a L.?
–No, nada le dolerá.
–¿Va a tardar mucho?
–No si tú estás decidido a conocer a Dios.
Procedimos al exorcismo inmediatamente. Nunca vi gestos tan tiernos en medio de un exorcismo. ¡L. ayudaba a A.! y, mientras rezábamos, conversaba con él para decirle que ya estaba ahí la luz sobre la que tenía que subirse para encontrarse con Dios.
–¡Anda!, Dios te ama y te espera.
L. extendió sus brazos hacia el cielo y se oyó un suave suspiro salir de su boca. Fue la señal de la partida de A.
Aquella posesión –pues eso fue intentando no solamente permanecer en L. (en su mente), sino también queriendo crear nuevos hábitos en ella, de modo que se pareciera cada vez más a él (ejemplo de la resistencia al aseo)– culminó en la partida hacia la eternidad de un alma errante, inocente, asesinada por quien más debía protegerla y que, sin embargo, no lo hizo. Ahora A. descansa en la luz que no tiene fin. (...) el mundo espiritual está entre nosotros, en otra dimensión, pero entre nosotros.
COMENTARIOS TEOSÓFICOS
1- La desdichada alma del niño asesinado es, concretamente, el Cuerpo Astral del niño que no puede desencarnar completamente, pues fue asesinado, y se encuentra consciente en el Plano Astral, muy cerca de los vivos - mundo objetivo físico- por su posesión de la ñiña.
2- Las personas cuando fallecen naturalmente les sucede que su cuerpo físico de desintegra, y su C. Astral también se desintegra, pero en el caso de los suicidas, perversos, y algunos asesinados, el C. Astral tarda más tiempo en desaparecer, y permanecen cerca de dónde vivieron, en algunos casos estas "almas errantes" influencian en mayor o menor medida a los vivos, lo que provoca algunos problemas para los vivos. La Teosofía rechaza rotundamente cualquier intento de comunicación con los muertos (Necromancia), la mediumnidad o espiritismo es muy peligroso.
3- La Teosofía no creé en los ángeles guardianes como se describen en el cristianismo moderno. La Teosofía enseña que los vivos pueden tener la protección invisible de algún familiar fallecido que se encuentra en Devachan (cielo de los teósofos) por el lazo de amor incondicional, y de algún Discípulo de la Gran Logia o de los Maestros Transhimalaya, y por supuesto, puede recibir protección de su MANAS Superior que le proporciona intuiciones, premoniciones, etc. (Aquí vemos que el Padre Obispo Manuel llama Espíritu Santo a su Mente Superior (Manas) que le da señales intuitivas)
4- Es cierto que cuando un cascarón astral o fantasma de un muerto influencia a una persona viva, ésta se comporta como lo hacía el muerto. Se dice que en cierta ocasión, durante un viaje, la Condesa de Wachtmeister , amiga de HPB, empezó a comportarse como si estuviera borracha, se comportaba de esa manera porque estaba bajo la influencia de una entidad astral borracha.
5-Este exorcismo parece que tuvo éxito, el niño comprende que debe dejar a la niña poseída, irse a otro lugar, hacia la luz infinita, traducido al lenguaje teosófico: el niño abandona a la niña, y se "quedará" un tiempo en el Plano Astral en un dulce sueño hasta que se desintegre su Cuerpo Astral y pueda pasar su conciencia mas libre al Devachan que es un estado de Conciencia Espiritual, puro, donde no hay recuerdo de la vida anterior - afortunadamente- ni dolor ninguno, solo hay felicidad. Terminado su tiempo de reposo en el Devachan, esa alma (del niño) volverá a reencarnar para seguir con su evolución y progreso espiritual, encarnará en un cuerpo nuevo, en una personalidad nueva, en un bebé recien-nacido y en las circunstancias más adecuadas para cumplir con su karma personal y las lecciones que deba aprender.
6- La Sabiduría Eterna y Divina (Teosofía) nos enseña que la muerte no existe, existen los ciclos, a nivel macrocósmico y microcósmico (ser humano), lo que llamamos " muerte" es una transición entre una encarnación y la siguiente.
Artículos de interés y otros:
-Teosofía Original: La explicación teosófica de los fantasmas (teosofiaes.blogspot.com)
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-Teosofía Original: SIN MIEDO A LA MUERTE (teosofiaes.blogspot.com)
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-Teosofía Original: ¿ Qué sucede con las personas que se suicidan? (teosofiaes.blogspot.com)
-Teosofía Original: El peligro y el engaño de la canalización (teosofiaes.blogspot.com)´
*** Ver GLOSARIO TEOSÓFICO en nuestra BIBLIOTECA ONLINE (menú - derecha)
- Cuaternario: El Cuaternario, llamado también Cuaternario inferior, está constituido por los cuatro “principios” inferiores del hombre que forman su personalidad, a saber: el cuerpo denso o físico (sthûla zarîra), el doble etéreo o cuerpo astral (linga–zarîra), la vida o principio vital (prâna) y el centro de los deseos o pasiones animales (kâma–rûpa). – En otras clasificaciones se incluye entre los principios del Cuaternario el Manas inferior, o sea la inteligencia cerebral, la mente que tiende hacia abajo, al centro de los deseos y pasiones animales. Todos estos principios deben distinguirse del Ternario o Tríada superior imperecedera, que constituyen la individualidad, y son: el Manas superior, el Buddhi y el Âtman (o Yo supremo).
- Linga–Zarîga (Sánsc.) : El “cuerpo”, esto es, el símbolo aéreo del cuerpo. Este término designa el doppdgänger o “cuerpo astral” del hombre o del animal. Es el eidolon de los griegos, el cuerpo vital y prototípico; la reflexión [o duplicado etéreo] del hombre de carne. Nace antes y muere o se desvanece con la desaparición del último átomo del cuerpo. [En lenguaje teosófico, el Linga–zarîra es el tercer principio de la constitución humana, conocido igualmente con los nombres de “doble etéreo”, “cuerpo fantasma”, “dóble astral”, etc., y forma parte del cuaternario inferior. Este cuerpo, que tiene la misma forma que el cuerpo físico, es un vehículo y acumulador de vida (prâna), cuya corriente dirige y distribuye con regularidad según las necesidades del organismo. Este “principio” está simbolizado por el pomo de cristal de que se sirvió Prometeo para guardar algunos rayos de sol con que animó la estatua de barro que había fabricado. Es también el factor que perpetúa los tipos orgánicos del hombre y los demás seres vivientes, determinando sus límites y estructura, dibuja o moldea sus formas orgánicas, así como los caracteres típicos de la especie y de la raza y aun ciertos rasgos de familia; en una palabra, es el nisus formativus, el agente que preside la evolución de las formas orgánicas. Es también el linga–zarîra el principal factor de donde se originan nuestras enfermedades y que, provocando reacciones, crisis y otras operaciones saludables, se convierte en fuerza medicatriz cuando nuestro organismo sufre alguna dolencia. En este cuerpo etéreo está el secreto de los admirables efectos de la medicina homeopática y de las dosis infinitesimales de los remedios. Por último, el Linga–zarîra desempeña un importante papel en las sesiones espiritistas, y puede en ciertos casos hacerse perceptible a nuestra vista e impresionar la placa fotográfica. No se confunda con el Linga–zarîra de la filosofía sânkhya. – Véase: Linga–deha, Cuerpo astral, etc].
- Mundo astral :Llamado también Plano astral. Es la región del universo inmediata al plano físico, si puede emplearse la palabra “inmediata” en este sentido, porque los planos del universo no son unas zonas o capas concéntricas superpuestas, sino más bien esferas concéntricas que se compenetran mutuamente, sin estar separadas unas de otras más que por la diferencia de su constitución respectiva. En este plano, la vida es más activa, y la forma es más plástica que en el físico. La materia astral es mucho más sutil que la del plano físico, de suerte que penetra fácilmente todo cuerpo de nuestro plano terrestre. Los objetos astrales son combinaciones de materia astral, de igual modo que los objetos físicos son combinaciones de materia física. Debido a su extraordinaria ductilidad, las entidades astrales pueden modificar rápidamente su aspecto, porque la materia astral de que están compuestas toma forma bajo cada impulso del pensamiento.
- Elementarios – Propiamente, son las almas desencarnadas de las personas depravadas. Estas almas, algún tiempo antes de la muerte, separaron de sí mismas su respectivo Espíritu divino, perdiendo de este modo sus posibilidades de inmortalidad. Pero en el grado actual de ilustración, se ha creído mejor aplicar dicho término a los fantasmas de personas desencarnadas, en general, aquellos cuya residencia temporal es el Kâma–loka [o sea, los restos Kâma–rûpicos de seres humanos en proceso de desintegración, susceptibles de ser temporalmente revivificados y hechos conscientes en parte por medio de corrientes de pensamiento o magnéticas de personas vivas].
- Devachan – La “morada de los dioses”. Un estado intermedio entre dos vidas terrestres, en el cual el Ego (Atmâ–Buddhi–Manas, o sea la Trinidad hecha Uno) entra, después de su separación del Kâma–Rûpa y de la desintegración de los principios inferiores después de la muerte del cuerpo en la tierra. [Devachan es el nombre que en lenguaje teosófico se da al cielo o mansión de bienaventuranza, y literalmente traducido significa: morada resplandeciente o mansión de los dioses. Devasthan, residencia de los dioses, es su equivalente término sánscrito. Es el Svarga de los indos, el Sukhâvati de los budistas, el cielo de los zoroastrianos y cristianos, así como de los musulmanes menos materialistas. Un estado subjetivo de bienaventuranza de los principios anímicos superiores después de la muerte del cuerpo. (Véase: Anyodéi). Corresponde a la idea de cielo o paraíso, en donde cada mónada individual vive en un mundo que se ha creado por sus propios pensamientos, y en donde los productos de su propia ideación espiritual se le aparecen substanciales y objetivos. (F. Hartmann)